«Si quieres ser perfecto»
¡Oh Jesús!, y ¿quién dirá que no quiere un tan gran bien, habiendo ya en especial pasado por lo más trabajoso? No, ninguna; todas decimos que lo queremos; mas como aún es menester más para que del todo posea el Señor el alma, no basta decirlo, como no bastó al mancebo cuando le dijo el Señor que si quería ser perfecto...
Entrad, entrad, hijas mías, en lo interior; pasad adelante de vuestras obrillas, que por ser cristianas debéis todo eso y mucho más, y os basta que seáis vasallas de Dios. No queráis tanto que os quedéis sin nada. Mirad los santos que entraron a la cámara de este Rey, y veréis la diferencia que hay de ellos a nosotros. No pidáis lo que no tenéis merecido, ni había de llegar a nuestro pensamiento que por mucho que sirvamos lo hemos de merecer los que hemos ofendido a Dios. ¡Oh humildad, humildad! No sé qué tentación me tengo en este caso, que no puedo acabar de creer a quien tanto caso hace de estas sequedades, sino que es un poco de falta de ella.... Probémonos a nosotras mismas, hermanas mías, o pruébenos el Señor que lo sabe bien hacer, aunque muchas veces no queremos entenderlo...Probémonos a nosotras mismas, hermanas mías, o pruébenos el Señor que lo sabe bien hacer, aunque muchas veces no queremos entenderlo...
Y vengamos a estas almas tan concertadas, veamos qué hacen por Dios y luego veremos cómo no tenemos razón de quejarnos de su Majestad. Porque si le volvemos las espaldas y nos vamos tristes como el mancebo del Evangelio, cuando nos dice lo que hemos de hacer para ser perfectos, ¿qué queréis que haga su Majestad que ha de dar el premio conforme al amor que le tenemos? Y este amor, hijas, no ha de ser fabricado en nuestra imaginación, sino probado por obras; y no penséis que ha menester nuestras obras, sino la determinación de nuestra voluntad...Harto buena disposición es, si persevera en aquello y no se torna a meter en las sabandijas de las primeras piezas, aunque sea con el deseo, que no hay duda sino que si persevera en esta desnudez y dejamiento de todo, que alcanzará lo que pretende. Mas ha de ser con condición -y mirad que os aviso de esto-, que se tenga por siervo sin provecho (Lc 12,48).
Santa Teresa de Ávila (1515-1582)
carmelita descalza y doctora de la Iglesia
Castillo interior, terceras moradas
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