“Va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo” (Mt 13,44)
“La pobreza hace al hombre humilde”, dice la Escritura y Cristo empieza sus Bienaventuranzas por ésta: “Dichosos los pobres en el espíritu”... ¿Queréis conocer el elogio de la humildad? Jesucristo la abrazó él mismo, él que “no tenía dónde reclinar su cabeza”....Pablo, su apóstol decía: “nos consideran pobres pero enriquecemos a muchos.” y Pedro dice: “No tengo oro ni plata...” No hay, pues, que considerar la pobreza como un deshonor, ya que, comparados con la virtud, todos los bienes de este mundo no son más que paja y polvo. ¡Amemos, pues, la pobreza si queremos poseer el reino de los cielos! “Lo que tienes, dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo.” (...)
Nadie es más rico que aquellos que abrazan la pobreza voluntariamente y la aman con gozo. Son más ricos que un emperador. Los reyes temen perder lo que les es necesario, mientras que a los pobres, de los que hablamos aquí, no les falta de nada. No temen nada. Os pregunto, pues, de los dos ¿quién es más rico, el que teme constantemente perder sus riquezas o el que goza de lo poco como si estuviera nadando en abundancia?... El dinero hace al hombre esclavo, “ciega los ojos del sabio”, dice la Escritura... Compartid vuestros bienes con los pobres y llegará el día en que comprenderéis esta feliz parábola: “Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.”
(Referencias bíblicas: Prov 10,4 LXX; Mt 5,2; 8,20; 10,9; 2Cor 6,10; Hech 3,6; Mt 19,21; Sir 20,29; Mt 25,34)
San Juan Crisóstomo (c. 345-407)
presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilía 18 sobre la epístola a los hebreos
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