Pedro fue uno de los tres testigos que presenciaron la Transfiguración del Señor. Junto con Santiago y Juan, vio a Jesús glorificado y a Moisés y Elías que hablaban con él; además, escuchó la voz de aprobación de Dios. Ahora, algunas décadas más tarde, Pedro habla sobre este glorioso evento: “Por haberlo visto con nuestros propios ojos en toda su grandeza… mientras estábamos con el Señor en el monte santo.” (2 Pedro 1, 16. 18). No hay duda de que la Transfiguración fue uno de los eventos más memorables que presenció el apóstol.
Es lógico que Pedro hable sobre la Transfiguración en términos de una revelación esplendorosa y especial que tuvo, y eso fue lo que hizo, como también es razonable que exaltara la gloria de Cristo transfigurado, y así lo hizo. Pero también describió esta especie de “visión” del cielo como una luz en medio de la oscuridad. Pedro entendió que Jesús le hizo experimentar este episodio con el fin de animarlo y prepararlo para la oscuridad que lo envolvería cuando Jesús tuviese que sufrir su Pasión: Pedro, aférrate a esta visión. Recuérdala cuando te sientas tentando a perder la esperanza. Yo soy el Hijo de Dios, y voy a resucitar.
Ese es un mensaje que todos necesitamos escuchar. A veces parecería que dondequiera que dirijamos la mirada solo vemos oscuridad: guerras, miseria, delincuencia, aborto provocado, familias separadas. Todas estas realidades pueden desanimarnos al punto de darnos por vencidos en el llamado a la búsqueda de la santidad.
Pero recuerda las palabras de San Pedro: la Transfiguración de Cristo revela la verdadera e inmutable base de toda la realidad; Jesús está glorificado, él es el Hijo amado del Padre y reina sobre todo el universo. Aun cuando parece que el enemigo triunfa, la oscuridad jamás podrá apagar la luz de Cristo.
Mira a tu alrededor, y encontrarás destellos de luz en lugares inesperados, en obras de compasión por los que sufren, en actos de valentía frente al enemigo, en actos de abnegación por el bien de un extraño o un ser querido. Así como el amor de Jesús brilló durante su propia crucifixión, su luz puede resplandecer hoy en cada esquina oscura. Esa luz continuará brillando hasta que Jesús vuelva. Confía en él, y su luz brillará en ti cada vez más.
“Señor Jesús, ayúdame a fijar mis ojos en ti en medio de la oscuridad.”
Daniel 7, 9-10. 13-14
Salmo 97 (96), 1-2. 5-6. 9
Lucas 9, 28-36
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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