«Alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición»
El Señor, después de haber tomado los cinco panes, levantó su mirada al cielo para ensalzar a Aquel de quien él mismo recibe el ser. No estaba obligado a mirar al Padre con sus ojos de carne; quería hacer comprender a los allí presentes de quién había recibido el poder para realizar un acto de tanto poder. Da inmediatamente los panes a sus discípulos. No es por la multiplicación que los cinco panes se han convertido en muchos más. Los pedazos de suceden unos a otros y engañan a los que los rompen; ¡como si hubieran hecho los pedazos con anterioridad! La materia sigue desplegándose...
No te sorprenda, pues, que las fuentes manen, que haya racimos en las cepas, que los arroyuelos de vino nazcan de los racimos. Todos los recursos de la tierra se propagan según un ritmo anual que no falla. Una tal multiplicación de los panes, revela la acción del autor del universo. Normalmente Él impone un límite al crecimiento porque conoce a fondo las leyes de la materia. En la creación visible se da un trabajo invisible. El misterio de la presente acción es obra del Señor de los misterios celestiales. El poder de Aquel que actúa está por encima de toda la naturaleza, y el método de ese Poder desborda la comprensión del hecho. Queda tan sólo la admiración por ese poder.
San Hilario (c. 315-367)
obispo de Poitiers y doctor de la Iglesia
Comentario al evangelio de Mateo, 14, 12
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