miércoles, 8 de enero de 2020

COMPRENDIENDO LA PALABRA 080120


“Tomó luego pan, y, después de la acción de gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Éste es mi cuerpo que es entregado por vosotros.” (Lc 22,19)

Cristo, para atraernos hacia si, para que le amaramos más y más, se nos ha dado como alimento. ¡Vayamos, pues, a él, con todo amor y fervor!... Los magos adoraron a este cuerpo cuando descansaba en un pesebre... Ellos, al ver a Cristo, niño en un pesebre bajo un pobre techo, aún no viendo nada de lo que veis vosotros, se acercaron con un gran respeto.

Vosotros ya no le veis en un pesebre sino sobre el altar. Ya no veis a una mujer llevándolo en brazos sino a un sacerdote que lo ofrece, y el Espíritu de Dios, con toda su generosidad, el Espíritu Santo aleteando sobre las ofrendas. No sólo veis al mismo cuerpo que veían los magos sino, además, conocéis su poder y su sabiduría y no ignoráis nada de lo que realizó... Despertémonos, pues, y despertemos en nosotros el temor de Dios. Mostremos más devoción que estos extranjeros y no avancemos hacia el altar de cualquier manera...

Esta mesa reconforta nuestras almas, recoge nuestros pensamientos, sostiene nuestras seguridades, es nuestra esperanza, nuestra salvación, nuestra luz, nuestra vida. Si salimos de este mundo después de este sacrificio, entraremos con seguridad en las regiones sagradas como si fuéramos protegidos por todas partes por una armadura de oro. ¿Pero, porqué hablar de futuro? Ya en este mundo, el sacramento transforma la tierra en cielo. ¡Abrid, pues, las puertas del cielo y veréis lo que quiero decir! Lo más precioso en el cielo, os lo mostraré en la tierra. Lo que os mostraré no son los ángeles, ni los arcángeles, ni los cielos de los cielos sino a aquel que es vuestro maestro. Así veréis, de alguna manera, en la tierra lo que hay de más precioso en el cielo. Y no sólo lo veréis, sino lo tocaréis, lo comeréis. ¡Purificad vuestra alma, preparad vuestro espíritu a recibir estos misterios!

San Juan Crisóstomo (c. 345-407)
presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilías sobre l Cor, 24,4; PG 61, 204-205

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