miércoles, 15 de enero de 2020

COMPRENDIENDO LA PALABRA 150120


Jesús les dijo: «Vayamos…» (Mc 1,38)

Es cierto lo que escuchamos: «Jacob tuvo un sueño, vió una escalinata» (Gen 28,12). Porque por ella puedes elevarte. (…) Esta escalinata, con dos subidas y seis escalones, representa a Jesucristo con sus naturaleza divina y humana y sus virtudes: la humildad y la pobreza, la sabiduría y la misericordia, la paciencia y la obediencia.

Jesús fue humilde asumiendo nuestra naturaleza y «miró con bondad la pequeñez de su servidora» (Lc 1,48). Fue pobre en el nacimiento, cuando la Virgen pobre lo dio a luz, lo envolvió en pañales y no tuvo otro lugar para posarlo que un pesebre de animales (Lc 1,27). Fue sabio en su predicación, porque «hizo y enseñó desde el comienzo» (Hech 1,1). Fue misericordioso recibiendo a los pecadores: «No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores» (Mt 9,13). Fue paciente bajo los golpes de caña y cuando lo escupían (Mc 15,19). «Endurecí mi rostro como el pedernal» (Is 50,7), dice por la boca de Isaías. «Cuando era insultado, no devolvía el insulto, y mientras padecía, no profería amenazas» (1 Pe 2,23). Hasta aceptó «por obediencia la muerte y muerte de cruz» (Flp 2,8). Esta escalinata estaba apoyada sobre la tierra cuando Cristo predicaba y operaba milagros, ella tocaba el cielo cuando él pasaba sus noches a rezar al Padre.

He aquí que la escalinata está lista. ¿Por qué no subes?¿Por qué sigues arrastrando por tierra tus manos y pies? Sube. ¡Suban ángeles, obispos, superiores religiosos y fieles de Jesucristo! Suban y contemplen como el Señor es manso. Desciendan para ayudar y aconsejar, porque nuestro prójimo necesita eso. ¿Por qué tratan de subir a esta montaña por otros medios, en vez de utilizar esta escalinata?


San Antonio de Padua (1195-1231)
franciscano, doctor de la Iglesia
Sermón para el segundo domingo de Cuaresma («Une Parole évangélique», Franciscaines, 1995); trad. sc©Evangelizo.org

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