¡Bendito sea, Ángel de la Guardia!
Hoy es su fiesta, mi buen ángel…A los pies de Jesús, de todo mi corazón le digo ¡feliz fiesta! (…) ¡Gracias por todas sus bondades! ¡Perdón por todas mis ingratitudes y por tenerme con tan poco respeto en su presencia, perdón por entristecerlo tan seguido! ¡Cuídeme, ayúdeme cada vez más! (…) Venerarlo y amarlo es mi deseo, si Dios lo permite y lo quiere…
En sus fiestas, pedimos gracias a los santos en vez de hacerles ofrendas. Inspíreme lo que le será agradable que le pida, mi buen ángel, y se lo pediré. [El ángel:] “Gran respeto por mi presencia y por la presencia de Dios… Pensar, hablar, actuar como estando sin cesar bajo los ojos de Jesús Nuestro Señor y bajo mis ojos. Respetar nuestra presencia como la de seres muy amados y venerados. (…) He aquí lo que te pido por el honor de Jesús, por el mío y por tu bien, hijo mío” Mi buen ángel, me parece que así me responde… Se lo prometo… Le pido esta gracia y prometo esforzarme y ser fiel (…).
Si me atreviera por mí mismo a ofrecerle algo para su fiesta, aunque sea por la fuerza, asistencia y ayuda de la gracia de Jesús, le ofrecería el deseo de amarlo cada vez más, de crecer sin cesar en el amor, la confianza, la devoción por usted y también el tener más presente el sentimiento de su bendita presencia. ¡Bendito sea, querido Ángel de la Guardia! ¡Feliz fiesta! ¡Bendito sea, Ángel de la Guardia de todos los hombres!
San Carlos de Foucauld (1858-1916)
ermitaño y misionero en el Sahara
Meditación sobre el Salmo 24 (Méditations sur les psaumes, Nouvelle Cité, 2002), trad. sc©evangelizo.org
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