Evangelio según San Lucas 12,49-53
Jesús dijo a sus discípulos:"Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división.De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres:el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra".
Queridos hermanos, paz y bien.
El Reino muchas veces no deja indiferente. Por eso, el Señor nos previene ante los conflictos que se nos pueden presentar. Y ahí podemos aportar algo: permitir que reine el irenismo, una paz falsa, basada en la falta de valor para afrontar los problemas, o podemos enfrentarnos a las pruebas con la fuerza del Espíritu.
El Espíritu que nos ayuda a sentir la paz y el amor de Dios. Actuar como Dios quiere puede traer problemas, incluso dentro de la familia o de la comunidad. A la hora de elegir un estado de vida, v.gr., casarse o no, profesar en una Congregación o no, aceptar o no un soborno, criticar o no a un compañero de trabajo o de clase… De esas decisiones depende, muchas veces, la aceptación que podamos tener en nuestro entorno. O el rechazo. Ahí, en cada decisión diaria, nos jugamos mucho. Frente a los demás, y frente a Dios.
Por eso a veces es necesario echarle valor a la vida, para poder dar vida a los otros, hablar de lo que Cristo vino a traer al mundo, dar testimonio y que el testimonio sea verdadero. Para poder hablar de la verdadera paz, que es más que la ausencia de guerras. Sobre todo, ahora, cuando a nuestro alrededor hay un clima de tanta violencia. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor, nos dice el salmo de hoy. En eso hay mucha verdad. Hace falta confiar mucho, para poder ver claro en nuestra vida.
Un detalle más. San Pablo, que era un santazo, (con palabras de mi maestro de novicios), usaba un lenguaje corriente, para que todos pudieran entenderlo. También es muy importante hoy, cuando falta mucha base religiosa en el mundo, presentar el mensaje de forma accesible. Un estilo de vida cercano, con un hablar comprensible, sin palabras raras, para todos. Como lo hacía Jesús. Como lo han hecho muchos santos a lo largo de la historia de la Iglesia.
Nuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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