lunes, 16 de octubre de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

“Jonás fue un signo, lo será también el Hijo de Dios” (Lc 11,30)

En las entrañas del monstruo marino, Jonás, los brazos extendidos en cruz, prefiguraba claramente la Pasión que nos salva. Cuando salió al tercer día, esbozó la Resurrección trascendente. Cristo nuestro Dios, en la carne fuiste clavado en el madero y, levantándote el tercer día, iluminaste al mundo.

Tú, Hijo por naturaleza, Verbo movido por la piedad, has asumido en tu ser la forma de los hijos de la tierra, caídos en su dignidad. Llevas en ti una y otra forma: la de la divinidad, como consustancial al Padre, y la de la humanidad, que eres verdaderamente. Por eso, en tu naturaleza mortal has soportado los sufrimientos de la Pasión. (…)

Los muertos retoman vida. Todos al mismo tiempo surgen de sus tumbas, mientras tú eres fijado en la cruz. El Infierno temía afrontarte, por miedo a la nueva vida, y se encontró solo, cautivo y sin recursos. Al final, después de ser contado entre los muertos y haber hecho liberar a los que había deglutido, resucitaste al tercer día.


Monasterio Santa Catalina del Monte Sinaí
Liturgia de las Horas, s. IX
Libro de Horas del Sinaí, Canon en honor de la cruz y la Resurrección (SC 486, Sinaiticus graecus 864, Cerf, 2004), trad. sc©evangelizo.org

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