Cualquier instante puede ser un tiempo completo y cualquier suspiro puede ser ya una oración. ¡Todo, por Dios!
¿Cómo debe participar el intelectual en la vida de la Iglesia? ¿Cuál debería ser función?
—Que participe así como lo hace cualquier otra persona, con humildad. Que participe de la Liturgia, desde el inicio hasta el final; que se confiese también, como todo cristiano.
Uno sólo es el camino: la humildad. Es muy lindo que el intelectual conozca y explique las enseñanzas cristianas, pero se le pide, a toda costa, humildad y sumisión. El valor del hombre no radica en los conocimientos que vaya acumulando, sino —me veo forzado a decirlo— en la humildad, porque mientras más se humille, más problemas podrá resolver. Es más difícil que un intelectual acepte una vida en oración, pero también a él se le pide un estado de presencia, porque no podemos echar abajo todos los valores y pasos establecidos. Un santo padre dice que la raíz de todos los males es la ignorancia (desconocimiento). Y tiene razón, pero se trata, aquí, del conocimiento de la salvación, no de una ciencia teórica, racionalista... porque es posible condenarte aún teniendo a Cristo “en tu mano”. No existe el infierno en el conocimiento de Cristo.
El intelectual, desde su posición, debe convencerse de que fue Dios quien le dio el poder de hacer lo que hace. Porque Cristo dice: “¡Sin Mí nada pueden hacer!”. Si sabes que Dios te ayuda, ¡estás siempre “presente”! Y si eventualmente te viniera la muerte, Dios te juzgará en lo que te encuentré haciendo, glorificándote o condenándote.
Al intelectual no se le pide que haga miles de postraciones. Se le pide, también a él, un estado de presencia.
Cualquier instante puede ser un tiempo completo y cualquier suspiro puede ser ya una oración. ¡Todo, por Dios!
Si alguien me pidiera que le defina, en una sola palabra, que es “cultura”, le respondería: ¡armonía! Si otro, más pretencioso, me pidiera que le resuma en una sola palabra qué es la Biblia, le diría: ¡armonía! Dicho de otra forma: ¡si eres un intelectual, vive en armonía con Aquel que te creó!
(Traducido de:„Ne vorbeşte Părintele Arsenie” (vol 3), ediţie îngrijită de arhim. Ioanichie Bălan, Editura Episcopiei Romanului, 1998, pp. 99-102)
fuente Doxologia
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