domingo, 24 de septiembre de 2017

COMPRENDIENDO LA PALABRA 240917

Autor anónimo, siglo IX, Italia 
Homilía para la Septuagésima, 4-7; SC 161, pag 173
“Id también vosotros a mi viña.”

      Queridos míos, perseverad en las buenas obras que habéis comenzado.... Hombres desdichados sirven a un rey terreno con peligro de sus vidas y mediante enormes dificultades para un beneficio pasajero. ¿Por qué no serviréis vosotros al rey del cielo para obtener la bienaventuranza del Reino? Ya que, por la fe, el Señor os ha llamado a su viña, es decir, a la unidad de la Iglesia santa ¡vivid, comportaos de tal manera que, gracias a la generosidad de Dios, recibáis la moneda de plata que es la felicidad del Reino de los cielos.

      Que nadie desespere a causa de la gravedad de sus pecados. No diga: numerosos son los pecados que he cometido hasta la vejez y extrema vejez, ya no podré obtener el perdón, sobre todo porque no es que yo haya dejado de pecar sino que los pecados me han abandonado a mí. Que este tal no desespere para nada de la misericordia divina, porque unos son llamados a la viña de Dios a la primera hora, otros a la tercera, otros a la sexta, otros a la novena, otros a la postrera. Es decir: unos son conducidos al servicio de Dios en la infancia, otros en la adolescencia, otros en la juventud, otros en la vejez, otros en la extrema vejez.

      Que nadie, pues, sea cual fuera su edad, desespere si quiere convertirse a Dios...Trabajad fielmente en la viña de la Iglesia para recibir el salario de felicidad eterna y reinar con Cristo por los siglos de los siglos.


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