Después, en la serenidad del alma, debemos arrepentirnos.
Sólo entonces utilizamos correctamente la ira, cuando la encedemos contra los pensamentos de pecado y amantes del placer. Esto nos lo enseña el profeta, cuando dice: “¡Temblad, y no pequéis!” (Salmos 4,5); es decir que debemos enfurecernos con nuestras pasiones y pensamientos maliciosos, y no pecar accionando lo que ellos nos dictan hacer. Esta idea queda demostrada claramente en las siguientes palabras: “Temblad, y no pequéis; meditad en silencio en vuestro lecho”; o sea que debemos arrojar afuera, con ira, los pensamientos malos que quieran entrar en nuestro corazón. Después, en la serenidad del alma, debemos arrepentirnos.
(Traducido de: Sf. Ioan Casian, Despre cele opt gânduri ale răutăii, în Filocalie, vol. I, p. 123)
fuente Doxologia
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