viernes, 29 de septiembre de 2017

Meditación: Juan 1, 47-51


Los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

Por lo general, el nombre propio no dice mucho acerca de la persona que lo lleva; pero no es así en el caso de los arcángeles, a quienes honramos hoy. Miguel significa “Quién como Dios” y este arcángel es conocido por su gran poder y su lucha en contra Satanás y los demonios. Gabriel significa “Fortaleza”, y él ciertamente le dio fuerzas a la Virgen María cuando le anunció que ella sería la Madre de Dios (Lucas 1, 28). Rafael significa “El que cura”, y él fue el único que pudo curar la ceguera de Tobit (Tobías 11).

¡Los arcángeles son seres admirables! Todos los ángeles tienen capacidades extraordinarias. Son espíritus puros y su conocimiento y poder escapan a nuestra comprensión. Pero no son como los “superhéroes” de las películas de Hollywood. Ellos viven para servir a Dios y adorarlo. Los atributos que tienen son maravillosos, pero no son más que un pálido reflejo de la infinita perfección y belleza de Dios. Lo más asombroso es que realmente son “servidores” junto con nosotros y su inspiración puede llevarnos a adorar a Dios más plenamente (Apocalipsis 19, 10).

Quizás la mejor manera de honrar a los arcángeles hoy es unirse a ellos en adoración a Cristo Jesús. Tal vez nos sirva recordar al apóstol Natanael, a quien Jesús le dijo que iba a ver “el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre” (Juan 1, 51). Ahora bien, en cada Misa nosotros tenemos la misma oportunidad. Tal vez no veamos a los ángeles, pero allí están, adorando a Jesús en el altar. Junto con ellos, podemos llenarnos del amor y la santidad del Hijo de Dios, y sentirnos movidos a poner nuestra vida a sus pies.

Ahora, lo extraordinario es que nosotros podemos hacer algo que los ángeles no pueden hacer: recibir a Jesucristo como alimento y nutrición. Pero todas las cualidades de Dios en las que participan los ángeles —su sabiduría, su amor, su belleza— están contenidas en la Sagrada Eucaristía. Así que la próxima vez que estés en Misa, recuerda que estás en la presencia de los ángeles y que puedes unirte a ellos para dar a Jesús toda la alabanza y la adoración que puedas.
“Gracias, Señor, por darnos a los ángeles y arcángeles para que nos ayuden a entregarnos a ti y darte la mejor adoración y alabanza que yo pueda expresarte.”
Daniel 7, 9-10. 13-14
Salmo 138(137), 1-5

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

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