sábado, 30 de septiembre de 2017

Meditación: Lucas 9, 43-45


San Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia

Cuando uno contempla el firmamento nocturno lejos de las luces de la ciudad seguramente ve una inmensidad de estrellas, pero un astrónomo ve mucho más que eso. No es tanto que él tenga mejor vista, sino que sabe distinguir la posición de los astros e incluso las galaxias, es decir, pone atención a los detalles.

En el Evangelio de hoy, Jesús insta a sus discípulos a prestar atención porque les va a explicar lo que va a suceder: que lo arrestarán y lo crucificarán.

Hoy, el Señor Jesús nos pide a nosotros que le pongamos atención. ¿Cómo? Por ejemplo, haciendo dos cosas.

Guardando silencio. La Madre Teresa decía que en el silencio se le escucha mejor al Señor. Algo tiene el silencio que nos ayuda a relajarnos y concentrarnos mejor. Tal vez tengas que levantarte unos minutos antes o caminar por un parque para estar con el Señor, disfrutando de la tranquilidad de la naturaleza. Admira la creación que te rodea y pídele al Señor que esté en tu corazón.

Quedándose quieto. Los lugares tranquilos son importantes, pero en realidad no siempre es fácil encontrarlos. Con todo, se puede aprender a aquietar la mente y practicar la quietud para orar durante el día. Por ejemplo, haz una pausa mental cada vez que vayas a tomar un poco de agua. Trata de percibir la presencia de Dios, y tal vez él te llene de paz o te haga recordar un pasaje de la Biblia, pero no te desanimes si no escuchas nada. No importa si no lo haces bien la primera vez. Practícalo.

Quedarse quieto y en silencio tal vez no signifique más que simplificar la vida un poco o aprender a darles a los demás aspectos de la vida su debida prioridad. La sencillez y la concentración son las claves para el desarrollo de una mirada aguda, como la de un astrónomo, y nos ayudarán a ver las infinitas constelaciones de gracia que el Señor tiene para nosotros, y no sólo “un montón de estrellas.”

Practica la quietud, el silencio y la sencillez. Recuerda que el Señor quiere enseñarte a reconocer que él está actuando en tu vida y en el mundo. Mientras más pongas atención, mejor podrás descubrir qué es lo que hace y te dice el Señor.
“Cristo mío, ayúdame a centrar en ti toda mi atención hoy día y no distraerme con otras cosas o situaciones. Te amo, Señor.”
Zacarías 2, 5-9. 14-15
(Salmo) Jeremías 31, 10-13

fuente. Devocionario católico la palabra con nosotros

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