Santos Cosme y Damián, mártires
San Lucas nos presenta las enseñanzas de Jesús sobre el discipulado. Seguir al Señor significa escuchar la Palabra de Dios y dar fruto. El discípulo auténtico hace resplandecer la luz de Cristo y no la oculta; por eso puede tener fe en el Señor y no temer las tempestades de la vida. Una vez más, Jesús libera milagrosamente de un espíritu maligno a un hombre, que luego vuelve alegre a su casa declarando lo mucho que Dios ha hecho por él.
Pero imaginemos la escena que vemos en la lectura de hoy: Un gentío se reúne para escuchar lo que dice este maestro llamado Jesús, cuya fama va en aumento, aunque la gente no siempre entiende sus parábolas. De pronto aparecen sus familiares —su madre María y probablemente unos primos— pero la multitud es tanta que no logran abrirse paso hasta Jesús. Alguien le dice que están allí y el Señor responde: “Mi madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica” (Lucas 8, 21).
¿Significa esto que a Jesús no le importaban ni su madre ni su familia? ¡No, no es eso! Lucas no explica lo que Jesús hizo a continuación, pero seguramente los recibió con alegría, aunque tal vez no en ese preciso momento. Porque si Jesús diera mayor importancia a otras personas antes que a su propia familia, no sería consecuente con lo que conocemos de nuestro Dios ni con toda la enseñanza bíblica sobre la familia.
Entonces, ¿qué quiso decir el Señor? Que cuantos “escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica” se identifican tanto con él como su propia familia. Esta es una promesa de esperanza y alegría. Ahora podemos tener la misma intimidad con Cristo, la misma cercanía y la misma relación de amor que él tuvo con su madre y sus familiares. Si entendemos esto, no sólo desearemos compartir directa y personalmente con Jesús como con un familiar muy querido, sino que empezaremos a pensar y actuar como él lo hace. Esta es la promesa para todos los que leemos y meditamos la Palabra de Dios y tratamos de ponerla en práctica.
“Señor Jesús, gracias por prometernos que podemos tener una relación personal y directa contigo a través de la oración y la lectura de tu Palabra. Ayúdanos a experimentar tu amor, mientras nos esforzamos por hacer la voluntad de Dios.”Esdras 6, 7-8. 12. 14-20
Salmo 122(121), 1-5
fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros
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