Con Jesús por la mañana.
«La naturaleza misionera de la Iglesia no es proselitista, sino testimonio de vida que ilumina el camino, que trae esperanza y amor. La Iglesia no es una organización asistencial, una empresa, una ONG, sino que es una comunidad de personas, animadas por la acción del Espíritu Santo» (Papa Francisco). Cuando el activismo te envuelve te expones a perder el horizonte de tu misión. Sintoniza Jesús en medio de tus tareas, mira con el corazón como Él te mira. Ofrece tu día por la intención del Papa Francisco.
Con Jesús por la tarde.
«Jesús reunió a los Doce y les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar» (Lc 9, 1-6). La autoridad es para servir, acompañar, y celebrar los dones Dios. ¿Te das cuenta de que ser elegido para la misión es regalo gratuito y no premio a tus méritos? Repite al ritmo de tu respiración: «Corazón de Jesús dame humildad amorosa para servir».
Con Jesús por la noche.
Agradece los encuentros. Al cerrar el día, trae a la memoria las personas que han estado presentes hoy en tu vida ¿Recuerdas algún encuentro de manera especial? ¿Por quién te gustaría pedirle al Señor? ¿Por quién te gustaría agradecer? Abraza en tu corazón a aquella persona de quien te encuentres alejado y pide a Dios que les tienda un puente de encuentro.
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