Ve y pídele a Dios que te otorgue el llanto de contrición, la humildad de corazón, la capacidad de ser consciente de tus pecados y de no juzgar nunca a los demás... y que te haga el más humilde de todos.
Un hermano le suplicó al anciano sacerdote:
—Padre, por favor, dígame algo que sea de provecho para mi alma.
—Ve y pídele a Dios que te otorgue el llanto de contrición, la humildad de corazón, la capacidad de ser consciente de tus pecados y de no juzgar nunca a los demás... y que te haga el más humilde de todos.
Aparta de ti todo comportamiento impío y aprende a controlar tu lengua y tu vientre. Y si alguien abre alguna discusión sobre cualquier asunto, no entres en disputas con él. Si habla bien, dile “sí”, y si habla mal, dile “tú sabes lo que dices”, sin contradecirlo. Esto es la humildad.
(Traducido de: Arhiepiscop Chrysostomos, Smerenia în tradiția patristică ortodoxă, Editura Vremea, p. 92-93)
fuente Doxologia
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