La embaucadora satisfacción consigo mismo mutila todo el bien que haya en nosotros. ¡Así pues, hermanos, elijan el bien y renuncien al mal!
En el trabajo espiritual no existe nada más pernicioso que la vanidad. Esta ataca agresivamente al sentimiento de humildad, enfriándolo. El fuego no puede sobrevivir en el agua. De la misma forma, la contrición no puede convivir con el sentimiento de que eres justo. Así como la parálisis ataca los miembros motores, del mismo modo el orgullo destruye las fuerzas del hombre hacia el bien. Tal como el rocío puede dañar las más bellas flores, la embaucadora satisfacción consigo mismo mutila todo el bien que haya en nosotros. ¡Así pues, hermanos, elijan el bien y renuncien al mal!
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Pregătirea pentru spovedanie și Sfânta Împărtășanie, predici la Triod, Editura Sophia, 2002, p. 9) - Fuente Doxologia
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