El designio de Dios es brindarse a nosotros por entero. Hagamos una comparación: Cuando el fuego quiere atraer hacia sí al leño e infundirse a sí mismo en él, lo que encuentra frente a sí no es su igual. Se requiere entonces un cierto tiempo. El fuego empieza por poner calor y ardor en el leño, después aparecen el humo y los crujidos, porque el leño es todavía distinto del fuego. Pero a medida que ingresa el ardor en él, más se vuelve calmo y tranquilo, y cuanto más igual se hace al fuego tanto más se le somete hasta que se hace todo fuego.Eckart, Johannes, Vida eterna y conocimiento divino, 1a. ed.. Buenos Aires, Deva's, 2002, p. 46.
miércoles, 1 de noviembre de 2017
Comparación del fuego y el leño
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