“El conocimiento de las Escrituras y de la doctrina cristiana es muy importante, pero para que se convierta en fuente de vida debe ir acompañado de la fe y de la acción del Espíritu Santo. Como dice San Agustín, conocimiento y fe son como dos remos de una barca que, apoyándose mutuamente, la van introduciendo cada vez más profundamente en el misterio de Dios. "Credo ut intelligam et intelligo ut credam": creo para poder entender y procuro entender para aumentar mi fe”.
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