Se ve mejor con el corazón
La lectura atenta de la Palabra de Dios, seguida de una buena meditación, puede recuperar nuestra visión distorsionada de la vida y de las personas. Así como un colirio lubrica los ojos y da calidad a la visión, la Palabra de Dios devuelve la salud al alma y al corazón, haciendo que veamos nuestra propia vida con más esperanza.
El Evangelio de Marcos 6,45-52 va a ser para nosotros el remedio de las enfermedades de nuestra visión distorsionada de la vida. Detente un momento, toma tu Biblia y lee atentamente este trecho Bíblico y deja que Dios hable contigo, ¡haz tu parte y Dios hará, seguramente, la suya!
Vamos a detenernos en las acciones de Jesús y en las reacciones de sus discípulos. El Señor estaba en la montaña rezando, pero atento a las necesidades de los discípulos. “Él vio a los discípulos cansados de remar, pues el viento era contrario”. Así vemos que Cristo no es indiferente a las necesidades de sus discípulos, Él los ve y no se contenta con quedarse como un mero espectador y va hacia ellos para auxiliarlos.
El Señor Jesús también está viendo tus luchas personales y cómo también vienes remando contra la corriente, tu cansancio es visto por Dios. Jesús se aproxima de la manera que solo Él sabe hacerlo, no como los discípulos lo harían, sino de una forma diferente.
Entretanto, las reacciones de los discípulos no corresponden al cuidado de Jesús, porque son tomados de sorpresa. Después que vieron a Jesús, que se aproximaba a ellos, antes de identificarlo, buscaron resolver el problema a su modo, usaron el pensamiento humano, que es pequeño para entender todo lo que Dios es. Ellos además tenían otra dificultad: estaban llenos de miedo, y eso distorsiona la realidad, por eso, al ver a Jesús, vieron un fantasma.
A pesar de que ya eran cercanos a Jesús, no fueron capaces de reconocerlo, pues el miedo, sumado al cansancio y a los gritos, distorsionó la realidad. Por esa razón comenzaron a ver una mentira (a Jesús como fantasma), y lo peor de todo fue que creyeron en esa mentira.
Cuando nos dejamos llevar solamente por el miedo, por el cansancio y los gritos, siempre acabamos pensando de modo errado y deformando la realidad, para menos o para más.
Muchas veces, personas y situaciones sembraron miedo en nosotros porque no vimos la verdad y nos dejamos llevar por los fantasmas de nuestra imaginación. De este modo, acabamos luchando y huyendo de aquellas personas y situaciones que estarían a nuestro favor y no en contra.
Jesús les da una orden: “¡Ánimo, soy yo! ¡No tengan miedo!”, ese ánimo no es sinónimo de súper poderes, sino el valor de avanzar sin miedo, simplemente porque reconocemos y confiamos que Jesús está con nosotros.
El texto sagrado también deja muy en claro que la falta de valor de los discípulos tenía origen en un corazón que se había endurecido. Cuando tenemos un corazón endurecido, todos los que se nos acercan son vistos como adversarios a ser vencidos o exploradores a ser temidos. Un corazón endurecido deforma nuestra visión del mundo y de la vida.
Así que, mucho cuidado con su corazón porque puede deformar su visión de la vida. Saber eso puede salvar a muchos que ya están cansados de la vida y de las personas. La transformación más importante es transformar los corazones endurecidos y dejar que una visión sana pueda ver las innumerables veces que Dios usó acontecimientos y personas para llegar hasta ti, y no siempre lo pudiste reconocer.
Que esta palabra pueda alcanzar tu corazón y darte una visión nueva de la vida y de las personas. Una vida de valentía y sin miedo solo es posible si estamos con Jesús.
En medio de aquel cansancio, Jesús fue hasta los discípulos; ahora Él está yendo hacia ti. ¿Cómo vas a recibirlo? ¿Cómo vas a reaccionar? No permanezcas con el corazón endurecido. Esto será necesario para que tengas una visión más justa de la vida y de las personas que conviven contigo.
¡La conversión del corazón pone fin a los fantasmas creados por nosotros!
Padre Fabricio Andrade
Sacerdote de la Comunidad Canción Nueva
Sacerdote de la Comunidad Canción Nueva
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