¿Cómo Jesús, que experimentó nuestro sufrimiento, logró vencer?
Somos un solo corazón y una sola alma, tenemos en común el deseo de hablar de Jesús y esta es mi misión desde que fui ordenado en 1970. Pero mi vida comenzó a cambiar cuando en 1972 fui bautizado en el espíritu. En aquel mismo día, a pesar de ya haber sido ordenado, parecía que aún no conocía al Señor. Contemplé, a través de Él, el perdón que viene de Dios, y mi vida pasó a tener esperanza.
Todos nosotros tenemos el deseo de hablar de Dios, hasta los ateos, acostumbro decir que ellos creen en el Altísimo. Es importante argumentar Su presencia, pero la pregunta es ¿quién es El?
Nadie conoce al Señor, sino aquel que está cerca de Su corazón: Jesús. Si aún no conoces a Dios, comienza por conocer a Jesús! El nos enseña la verdad sobre la vida, por eso todos necesitamos conocerlo. Debemos proclamarlo pues eso es lo que nos hace cristianos. Quiero proclamar lo que ya sabes: ¡Jesús es el Señor! En El habita la divinidad en forma humana. Toda la autoridad del cielo fue dada a El. Solo a El, ¡el Altísimo!. Recuerde: “Yo soy el Señor, tu Dios, no habrá otro Dios fuera de mí“. (Isaías 45,5)
Jesús no se agarró a Su pertenencia a Dios, sino que se hizo humano. Aquí, El se hace uno de nosotros. Cuando el Padre nos enseña, El no habla de lejos sino de corazón a corazón. El no vino como un rey en el esplendor de su reinado, sino humilde, y observó todo el sufrimiento del mundo, tomándolo en sus manos. Jesús es el Cristo Salvador y quiso hacerse hermano de cada uno de nosotros.
Todos los pueblos de todo el mundo pueden identificar a Jesús como su Dios. Existe algo que nos une: así hayas nacido en el Brasil o en Asia, seas hombre o mujer, cristiano o no, todos sabemos lo que es sufrir y nuestra lágrima tiene un mismo sabor. Cuando Jesús viene y se hace hermano de todas las razas El escoge sufrir como todas ellas. Por eso la cruz de Cristo es nuestro símbolo, es por ella que Cristo nos abraza.
El Señor nos comprende. El sabe lo que vivimos, conoce nuestras acciones y sentimientos. Aprendió con San José a ser carpintero, por eso sabe lo que es no tener renta, pasar por necesidad. Cuando necesitó salir con María y José a Egipto, se volvió un fugitivo, por eso en todos los lugares del mundo en que hay personas que viven refugiadas, Jesús se une a ellas.
La sociedad judía rechazó a Jesús, hasta el mismo sinedrio lo rechazó. Según la psicología, el rechazo es uno de los peores dolores pues todos queremos ser comprendidos. Los esposos por ejemplo, aún después de muchos años de casados no tienen el poder de comprender uno al otro en su totalidad. A veces, eso puede generar un rechazo en uno de los esposos. llegan al punto de decirse: “No me entiendes”.
¿A tí te gustaría que la persona a quien amas no esté contigo cuando más la necesitas? Ser olvidado es una experiencia terrible. Hasta Jesús fue dejado de lado cuando en el Getsemaní, sus discípulos, osea, sus amigos, se caían de sueño y no lo apoyaron en el momento en que más lo necesitabas. Esto sucede día a día, necesitamos personas que estén con nosotros en los momentos de agonía.
Otro dolor es la traición pues solo nos pueden traicionar las personas que más amamos y en quienes más confiamos. Quien traiciona rompe la confianza de alguien. La única persona en quien podemos confiar plenamente es Jesús. Solamente en El podemos poner nuestro corazón por entero. Las personas no pueden ocupar el lugar de Dios en nuestras vidas porque ellas se equivocan.
La pregunta que hacemos frente a todo eso es: ¿Cómo Jesús, que experimentó nuestro sufrimiento, logró vencer? Por la proximidad de Su corazón con el de Dios. Esta lección nos sirve a todos nosotros pues si colocamos nuestro corazón cerca al de Dios nada nos puede destruir. Solamente aquello que está en nuestro corazón es capaz de destruirnos. Retira los rechazos, los abandonos, las traiciones de su corazón y permite que Dios habite en él.
Padre Richard Mcalear
Sacerdote americano con ministerio de sanación
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