La oración nos lleva al corazón de Dios. Y el Espíritu Santo viene en nuestra ayuda para que nuestra oración sea cada vez más eficaz
“Si perdonan sus faltas a los demás,
el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes”
Mateo 6, 14
La oración es un elemento fundamental y esencial para nuestro encuentro con Dios y para que tengamos realmente fuerza, motivación y luz para convertirnos cada día.
Jesús hoy nos enseña como debe ser nuestra oración: Primero, no es necesario usar muchas palabras. Sí, no pienses que para eso, necesitarás palabras bonitas, no creas que va a ser necesaria la multiplicación, la intensidad y la fuerza de las palabras. Existen personas que para rezar necesitan gritar, hablar en voz alta. No, eso no es necesario. Debe haber moderación, sobriedad y confianza en la forma y en la forma de rezar y de dirigirnos a Dios.
Cuando quiero pedir alguna cosa para alguien no necesito decir la misma cosa quinientas veces y creer que cuanto más hablo más la persona me va dar lo que le pedí. No necesito gritarle: “Escucha, ¿me vas dar lo que necesito?” De la misma forma, no debe ser así con Dios; debe haber suavidad, confianza mutua y la certeza de que estoy hablando con Dios, que es mi Padre y que Él me va escuchar.
Dirijo a Él mis palabras, el honor, alabando y dando gracias a Él. Es muy importante que nuestras oraciones sean dirigidas a nuestro Padre, el destino de nuestra oración debe ser el corazón de nuestro Padre.
Cuando Jesús está con nosotros rezando al Padre, el Espíritu Santo viene en nuestra ayuda para que nuestra oración sea cada vez más eficaz. Él es nuestro abogado junto al Padre. Los santos son intercesores: interceden por nosotros junto a Dios, pero quien nos atiende y nos acoge en Su corazón no es ningún santo, sino Aquel que es el Santo de los Santos, el Señor de todo el universo, nuestro Padre.
Por eso que, en la oración, nunca podemos dejar de lado la santificación y la exaltación del nombre del Señor. ¡Que Él manifieste entre nosotros Su Reino de poder y gloria, que Él nos ayude a hacer aquí en la Tierra su voluntad, como aquellos que son santos y que están en la presencia de Él en el cielo y ya lo hacen!
Que no falte el pan de cada día y que sepamos repartir el pan que es nuestro con los nuestros y con los demás. Y un elemento fundamental en la oración y el perdón. ¡Es difícil perdonar, no es sencillo! Por eso todos los días pedimos al Padre que nos enseñe a perdonar así como Él, todos los días, nos perdona. Si nosotros no perdonamos a los demás, ¿con queremos conseguir perdón a Dios?
¡Que el Señor no nos deje caer en tentación, nos de la fuerza y librarnos de todo mal!
¡Dios te bendiga!
fuente CANCIÓN NUEVA EN ESPAÑOL
La oración es un elemento fundamental y esencial para nuestro encuentro con Dios y para que tengamos realmente fuerza, motivación y luz para convertirnos cada día.
Jesús hoy nos enseña como debe ser nuestra oración: Primero, no es necesario usar muchas palabras. Sí, no pienses que para eso, necesitarás palabras bonitas, no creas que va a ser necesaria la multiplicación, la intensidad y la fuerza de las palabras. Existen personas que para rezar necesitan gritar, hablar en voz alta. No, eso no es necesario. Debe haber moderación, sobriedad y confianza en la forma y en la forma de rezar y de dirigirnos a Dios.
Cuando quiero pedir alguna cosa para alguien no necesito decir la misma cosa quinientas veces y creer que cuanto más hablo más la persona me va dar lo que le pedí. No necesito gritarle: “Escucha, ¿me vas dar lo que necesito?” De la misma forma, no debe ser así con Dios; debe haber suavidad, confianza mutua y la certeza de que estoy hablando con Dios, que es mi Padre y que Él me va escuchar.
Dirijo a Él mis palabras, el honor, alabando y dando gracias a Él. Es muy importante que nuestras oraciones sean dirigidas a nuestro Padre, el destino de nuestra oración debe ser el corazón de nuestro Padre.
Cuando Jesús está con nosotros rezando al Padre, el Espíritu Santo viene en nuestra ayuda para que nuestra oración sea cada vez más eficaz. Él es nuestro abogado junto al Padre. Los santos son intercesores: interceden por nosotros junto a Dios, pero quien nos atiende y nos acoge en Su corazón no es ningún santo, sino Aquel que es el Santo de los Santos, el Señor de todo el universo, nuestro Padre.
Por eso que, en la oración, nunca podemos dejar de lado la santificación y la exaltación del nombre del Señor. ¡Que Él manifieste entre nosotros Su Reino de poder y gloria, que Él nos ayude a hacer aquí en la Tierra su voluntad, como aquellos que son santos y que están en la presencia de Él en el cielo y ya lo hacen!
Que no falte el pan de cada día y que sepamos repartir el pan que es nuestro con los nuestros y con los demás. Y un elemento fundamental en la oración y el perdón. ¡Es difícil perdonar, no es sencillo! Por eso todos los días pedimos al Padre que nos enseñe a perdonar así como Él, todos los días, nos perdona. Si nosotros no perdonamos a los demás, ¿con queremos conseguir perdón a Dios?
¡Que el Señor no nos deje caer en tentación, nos de la fuerza y librarnos de todo mal!
¡Dios te bendiga!
Padre Roger Araújo
Sacerdote de la Comunidad Canción Nueva
Sacerdote de la Comunidad Canción Nueva
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