Queremos que las personas de nuestra casa sean sanadas pero no las llevamos a Jesús
Para escuchar la voz del Señor según el Evangelio, es necesario tener oídos atentos. El sordo tiene el gran deseo de oír porque no escucha y nosotros, que escuchamos, dejamos que la Palabra de Dios pase.
El evangelio dice que aquel sordo fue llevado por alguien. Lógico, si él era sordo no podía escuchar que Jesús estaba llegando. Alguien llevó el sordo hacia Jesús, ese alguien no era sordo, él había escuchado la Palabra de Dios y creía que Jesús podía curar a ese amigo.
El evangelio habla no solo de una sordez física, él habla de una sordez espiritual. El sordo espiritual es aquel que no escucha la Palabra de Dios. Aquel sordo solo fue sanado porque alguien lo llevó hacia Jesús.
Cuántas personas de nuestra casa, de nuestra familia no son sanadas porque no las llevamos hacia Jesús. Queremos que sean sanadas pero no las llevamos para Jesús. Pidamos también al Señor que El nos sane de nuestra sordez espiritual.
Generalmente el sordo no habla porque no escucha. Quien no escucha la voz, la Palabra de Dios, no puede hablar de Dios. Para hablar es necesario escuchar y es por eso que muchas veces no damos testimonio, porque no escuchamos.
El ser humano siempre quiere cobrar del otro aquello que no vive. Muchas veces no hablamos del Evangelio pero queremos que el otro hable.
Ora sobre tus oídos y pdie: “Effeta”. Ábrete a la Palabra de Dios, yo quiero escuchar tu voz Señor, quiero escuchar tus mociones. Abre mis oídos a las palabras buenas. Ora pidiendo para que tengas oídos de discípulo.
Coloca tus manos sobre tus ojos y pide: “éffeta”. Señor, quiero tener una mirada de misericordia sobre las situaciones, sobre las personas, no quiero tener ojos maliciosos. Quiero verte en las personas, Jesús. Quiero verte en las situaciones.
Con las manos en tu boca: “éffeta”. Quiero tener boca de discípulo. Que salgan de mi boca palabras que sanan, salvan, liberan y no palabras de desánimo. Abre mis labios para que yo sea un anunciador de tu Palabra.
Y con las manos sobre tu corazón di: “éffeta”. Quiero tener tu corazón Jesús. Abre mi corazón para amar, para perdonar. Abre mi corazón para no guardar odio de nadie. Yo quiero Señor, abre mi corazón!
Nosotros no podemos detenernos en nuestros límites. Tal vez no seas sordo, pero tienes dificultad para hablar en público, tal vez por timidez . No te detengas en tus límites. No podemos parar en nuestros límites por causa del Evangelio, para anunciar la Palabra de Dios.
Nosotros pasamos por dificultades físicas por enfermedades pero no nos detenemos porque sabemos en quien colocamos nuestra confianza.
Padre Arlon Cristian
Predica del Retiro de Carnaval 2015
Predica del Retiro de Carnaval 2015
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