los cristianos, los discípulos de Jesús soportaban combates y sufrimientos;
se exponían públicamente a insultos y tormentos,
o se hacían solidarios de los que así eran tratados.
Compartían el sufrimiento de los encarcelados,
aceptaban con alegría que les confiscaran los bienes,
convencidos que tenían bienes mejores y permanentes.
Hoy quizás, ¡seguro!, nos falta constancia para cumplir la voluntad de Dios.
No vivimos tan intensamente de fe;
nos acobardamos con frecuencia.
Que el Señor nos conceda esa fe que nos haga gente decidida,
que nunca se echa atrás (cf. Hb 10,35-39).
Que realmente seamos valientes hasta la sangre,
para cumplir tu voluntad, Padre Dios.
Levanta nuestra débil esperanza;
con la fuerza de la pasión de tu Hijo protege nuestra fragilidad,
fragilidad de humanos pequeñitos y cobardes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario