La sanación emocional es la “puerta de entrada”
para todas las demás sanaciones
Sabemos que Jesús vino al mundo para traernos la Buena Nueva. ¡Escuchamos, en los días de hoy, tantas malas noticias! Pero los ángeles les dijeron a los pastores que Jesús nacería en Belén para traer al mundo la Buena Noticia.
El Cristianismo es la religión de la alegría. La Renovación Carismática Católica nos ha enseñado que necesitamos ser un pueblo de alabanzas y no quietito, triste; sino un pueblo que alaba a Dios constantemente.
Cuando era párroco en Bombaim (India), rezaba el “Gloria”, todos los días de la semana y no solo los domingos. Personalmente pienso que, que cuando rezamos el “Gloria”, debemos hacerlo con los brazos levantados.
El problema es que somos muy tímidos y miedosos, pero la Biblia nos invita a ser un pueblo valiente que alaba a Dios públicamente. Los ángeles dijeron, a los pastores, que ellos anunciaban una Buena Nueva para todos los pueblos. Por lo tanto, necesitamos alabar al Señor ante todas las naciones. Pero eso solo es posible mediante un profundo arrepentimiento.
La confesión no fue hecha solo para ser apenas una penitencia, sino una liberación completa. Deberías salir de la confesión con una sonrisa en los labios.
Lamentablemente, se ha destacado mucho la sanación física. Pero Jesús no vino solo a hacer que los paralíticos camineN y que los ciegos vean. Vino para transformarnos enteramente. Esa es la importancia de la sanación emocional, pues es el inicio, la “puerta de entrada” para la sanción física.
La Palabra de Dios nos habla de aquel ciego que le gritó al Señor: “Jesús, hijo de David, ten compasión de mí”. Él lo llamó y le preguntó “¿Qué quieres que haga por ti?” Es la misma pregunta que el Señor nos hace hoy. Él hizo esa pregunta porque sabía que aquel ciego no necesitaba solamente una sanación física, sino que antes necesitaba de sanación emocional y espiritual.
¿Por qué hago esta afirmación? Porque aquel ciego, después de ser sanado por Jesús, se puso a seguirlo. Esto es lo que Señor quiere hacer con cada uno de nosotros, sanarnos para que lo sigamos.
La sanación emocional es “la puerta de entrada” para todas las otras sanaciones. La persona no experimentará la sanación psíquica, la sanación de sus vicios o la liberación del mal si no pasa, primero, por la experiencia de la sanación interior. Necesitamos saber cómo rezar y pedir esa gracia.
La oración es algo concreto, no surge de la nada, por eso necesitamos rezar a partir de los síntomas. Los síntomas son importantes, son indicadores, son señales que nos ayudan a descubrir cuáles son nuestras enfermedades emocionales.
Son cuatro las principales enfermedades emocionales. La primera de ellas es el sentimiento de rechazo. Jesús rechazado y crucificado; y la crucifixión no solo tenía el objetivo de matar al condenado sino de humillarlo públicamente. Estuve, hace un tiempo, en una bella casa de retiros en Paraguay. En la capilla de aquel lugar, hay un lindo mosaico de Jesús crucificado, donde Él está desnudo. Fue el único lugar del mundo donde vi esa imagen. Y Jesús murió en la cruz humillado.
Jesús fue crucificado por envidia. Veo a la envidia como la gran “puerta de entrada” para las enfermedades emocionales. El gran dolor de Jesús en la cruz no fue la que le causaban los clavos en sus manos, sino la que le causó el abandono. Hoy veo muchas personas sufriendo porque traen, dentro de si, ese sentimiento de abandono. Personas abandonadas por aquellos que menos esperaban, es decir, por las personas amadas.
El primer paso para la sanación emocional es detectar los síntomas del problema y encontrar las causas. Es importante encontrar la raíz de ese mal. No vi ningún caso que se haya resuelto sin que la “causa-raíz” sea descubierta. ¿Cómo descubrir esa raíz? Primero: rezar al Espíritu Santo. Su trabajo no es solo descubrir la verdad de Dios para nosotros, sino también descubrir la verdad que traemos delante de Dios. Segundo: rezar por el pasado, pero no con un sentimiento de culpa.
La raíz puede estar en cualquiera de los cuatro estadios de mi vida:
1) Mi árbol genealógico:
2) Mi vida intrauterina (dentro del vientre materno, en el período de gestación);
3) Mi infancia y juventud;
4) Mi juventud hasta la edad adulta.
La oración es lo mismo que un medicamento, no puedes tomarlo ni en menor ni en mayor medida; tiene que ser la dosis indicada.
Les voy a contar mi secreto para descubrir la raíz de una enfermedad. Cuando las personas llegan hasta mí con algún tipo de problema, sea físico o espiritual – principalmente de orden emocional, cuando la persona viene trayendo problemas de ataques demoníacos- le pregunto dos cosas.
La primera pregunta es: “¿Cuándo comenzó el problema?”. Con frecuencia, responden: “¡Ah! ¡Siempre tuve este problema!” Y les respondo que solamente Dios es “siempre”. Nosotros tenemos un comienzo, nuestro problema tiene un comienzo y necesito saber cuando comenzó.
La segunda pregunta es: “¿Te acuerdas de algo que haya sucedido en ese tiempo y que pueda estar relacionado con el problema?”.
Durante la conversación la persona se acuerda de los hechos con mayor precisión y de los motivos de esos acontecimientos. Ahí encuentro la causa, la llave para poner fin a tanto tiempo de sufrimiento.
Padre Rufus Pereira
Presidente de la Asociación Internacional para el Ministerio de Liberación y vice-presidente de la Asociación Internacional de Exorcistas.
fuente Canción Nueva
Presidente de la Asociación Internacional para el Ministerio de Liberación y vice-presidente de la Asociación Internacional de Exorcistas.
muy bueno...ayudemosno entre todos..
ResponderEliminar