La decepción es inevitable, no depende de nosotros. Nos decepcionamos con personas e instituciones ligadas con la religión. Algunos acaban decepcionándose con la Iglesia y, en consecuencia, con el Señor. Eso es terrible, porque las personas se apartan del Señor y dejan enfriar su relación con Él.
Debemos superar ese sentimiento, renunciando a él. Es importante no guardar ese sentimiento en el corazón.
Mis hermanos, ¿cuál es la forma de salir de nuestra ceguera espiritual, del pesimismo? Es volvernos para Jesús. No tengas miedo, renuncia a tus decepciones, pide oración, pide que recen por ti, para que tu corazón y tus sentimientos sean curados.
Renuncia al pecado y salva tu alma.
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