viernes, 1 de mayo de 2015

¿QUÉ ES LA DEPENDENCIA EMOCIONAL O AFECTIVA?

Distintos autores definen la dependencia emocional como un patrón crónico de demandas afectivas frustradas, que buscan desesperadamente satisfacerse mediante relaciones interpersonales estrechas.
dependencia_emocional
El dependiente tiene una carencia o vacío, una herida afectiva-emocional; por tanto, muchas veces sin darse cuenta, reclama afecto, cariño y valoración. Dichos reclamos se llaman también demandas. En este caso son demandas de afecto, de atención.
Es importante resaltar que dichas demandas o reclamos son muchas veces no conscientes, es decir, la persona no se da cuenta de sus reclamos. La persona busca desesperadamente llenar dichas carencias en su relación con otras personas. No se da cuenta que depende de ellos. No se da cuenta que está apegada a otros: es decir, que tiene un apego desordenado a tal o cual persona.
El dependiente emocional o afectivo quiere disponer continuamente de la presencia de la otra persona como si estuviera “enganchado” a ella.
Llamará continuamente a su pareja al trabajo, le pedirá que renuncie a su vida privada para estar más tiempos juntos, demandará de ella atención exclusiva y todavía le parecerá insuficiente, etc.
No debemos perder de vista que el motivo subyacente no es la posesión o el dominio, sino la tremenda necesidad afectiva de estas personas. En cualquier caso, es comprensible la sensación de agobio que produce en sus parejas o amigos.
La persona dependiente magnifica, exagera el hecho de ser querido. Depender de alguien de una forma enfermiza no es amor, es una adicción psicológica. Un amor auténtico no es adictivo, no posee, ni destruye la identidad del otro.
El sentimiento de dependencia es una forma de esclavitud. La persona dependiente es esclava de los sentimientos con los que el “otro” le adorna. Para amar hay que ser libres, porque si uno no se tiene a sí mismo no puede darse a los demás.
En estos casos la necesidad de la pareja o del amigo o hijo es realmente una dependencia como se produce en las adicciones, lo que genera que el otro se sienta con frecuencia invadido o absorbido. El otro se siente saturado, sin espacios personales.
Sus relaciones no llenan el vacío emocional que padecen, pero sí lo atenúan. Estas personas están tan poco acostumbradas a quererse y a ser queridas que no esperan cariño de su pareja, simplemente se enganchan obsesivamente a ella y persisten en la relación por muy frustrante que ésta sea.
 ¿Cómo surge la Dependencia?
Las dependencias pueden surgir por una combinación de factores.
En primer lugar hay que mencionar el tema de la estima de sí y la búsqueda de sentido de la vida. Si no me valoro o percibo que no me valoran normalmente busco esa valoración en algún otro lado. Hoy se ha perdido en muchas casos el entender al Creador como quien orienta nuestras vidas e incluso que es el que le da el sentido a nuestras vidas. Existe un Plan de Dios, un designio amoroso para cada uno de nosotros.
Su pobre estima de sí, y la elección frecuente de parejas explotadoras conducen al dependiente emocional a una continua y progresiva degradación. Tienen que soportar desprecios y humillaciones, no reciben verdadero afecto, en ocasiones pueden sufrir maltrato emocional y físico, observan continuamente cómo sus gustos e intereses son relegados a un segundo plano, renuncian a su orgullo o a sus ideales, etc. Su papel se basa en complacer el inagotable narcisismo de sus parejas, pero lo asumen siempre y cuando sirva para preservar la relación.
Dicha subordinación es un medio, y no un fin. Los dependientes emocionales se dan para recibir por su terrible anhelo de mantener la relación, igual que el jugador patológico gasta todos sus ahorros por la irresistible necesidad de continuar jugando.
Necesitan excesivamente la aprobación de los demás. Por supuesto, a medida que el vínculo es más relevante la necesidad es mayor, pero también hay cierta preocupación por “caer bien” incluso a desconocidos. Lo excesivo de esta necesidad genera en ocasiones rumiaciones sobre su aceptación por un determinado grupo, empeños en tener una buena apariencia, o demandas más o menos explícitas de atención y afecto.
Al no sentirse valioso, una persona puede buscar quién lo reconozca y lo adule. La falta de estima de sí, de sentido de su vida y el concepto negativo de sí mismo facilitan el desarrollo de una dependencia emocional con alguien que le demuestra admiración.
Quien depende del otro se niega la posibilidad de amarse a sí mismo. No se puede amar a uno mismo si nunca se ha sido adecuadamente amado ni valorado por las personas más importantes en su vida. Es tan poco el amor que se tiene alguien que depende de otro que, a pesar de lo autodestructiva que es la relación y el enorme sufrimiento que le causa, no es capaz de renunciar al otro. Está dispuesto a tolerar hasta la mayor de la humillaciones con tal de no perderlo.
La persona apegada se estanca, se olvida de sí mismo. No es capaz de asumir su propia vida y por eso utiliza el apego como una fuente de seguridad.
Si una persona no se quiere a sí misma proyectará ese sentimiento y pensará que nadie podrá quererla. El amor se refracta siempre en lo que somos. El miedo al desamor (carencia afectiva) se transforma en necesidad de ser amado.
La persona dependiente o apegada buscará pertenecer a un grupo de referencia para poder “sobrevivir psicológicamente”
Es importante mencionar la importancia de los padres y de la familia como el lugar donde se educa nuestra capacidad de amar. Son nuestros padres los primeros que nos aman. Es en nuestra familia donde aprendemos a manifestar nuestras emociones y afectividad.
Definitivamente la familia influye en el desarrollo del sentimiento de dependencia o en la autonomía o independencia.
Otro factor puede ser la sensibilidad o el temperamento de la persona. Un chico frágil e inseguro puede ser más vulnerable al desarrollo de una personalidad dependiente.
© 2014 – Humberto Del Castillo Drago para el Centro de Estudios Católicos – CEC
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario