domingo, 3 de julio de 2016

Meditación: Lucas 10, 1-12. 17-20


El anuncio de la llegada del Reino de Dios a nuestro mundo es el tema central de los cuatro Evangelios. El ministerio de Jesús comenzó con el mismo anuncio de Juan el Bautista: “¡Vuélvanse a Dios, porque el reino de los cielos está cerca!” (Mateo 3, 2). Muchas de las parábolas que Jesús relató durante su ministerio se referían al Reino de Dios, como las del hijo pródigo (Lucas 15, 11-32) y de la semilla de mostaza (Lucas 13, 18-19). Los milagros que Jesús hizo por los enfermos y pecadores eran señales claras de la presencia y del amor de Dios, que lo abarca y lo vivifica todo en su Reino.
Los cristianos somos ciudadanos de ese Reino y estamos llamados a conocer a nuestro Rey como Padre y vivir de modo digno de tan noble vocación. Pero vivir según los principios del Evangelio, es decir, en el Reino de Dios aquí y ahora, no es algo natural para nosotros. Nuestra naturaleza vendida al pecado nos opone resistencia a cada paso. Entonces, ¿cómo podemos vivir de manera que el Reino de Dios llene toda nuestra vida?
San Pablo nos dice que esto puede hacerse sólo por el poder de la cruz, por medio de la cual “el mundo ha muerto para mí y yo he muerto para el mundo” (Gálatas 6, 14). En la cruz de Cristo reside el poder de la conversión, o sea, el hecho de apartarse de la vida egocéntrica que se conforma a los valores del mundo, para adoptar la vida centrada en Dios, que se conforma a los valores del Reino celestial. La cruz es un arma poderosísima que Dios nos da para combatir a Satanás. Con el poder de la cruz, podemos hacer morir nuestra antigua existencia, para que nazca en nosotros la vida nueva. No es extraño, pues, que Pablo se gloriara en la cruz, porque ella hacía avanzar inexorablemente el Reino de Dios, donde todos los creyentes podrán compartir la vida divina.
“Padre celestial, queremos ser como los 72 discípulos que envió Jesús, para conocer la vida del Reino de Dios, y llevar la buena nueva a nuestros familiares y amigos.”
Isaías 66, 10-14
Salmo 66(65), 1-7. 16. 20
Gálatas 6, 14-18
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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