La Bilbia, incluyendo las lecturas de hoy, mira a María en función de su Hijo; no se dice nada más en el Evangelio que lo que ilustra y sirve a la misión de Cristo. Su discreción nos dice mucho sobre su carácter y papel –y al mismo tiempo sobre nuestra misión: testificar silenciosamente la preeminencia de Cristo, servirle, abrirse a su salvación, vivir para los otros.
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