domingo, 4 de septiembre de 2016

Liturgia Viva al despertar 04092016

A primera vista parece contradictorio que, por una parte, Jesús presenta su mensaje e incluso se presenta a sí mismo como una invitación, como una oferta libre que podemos aceptar o rechazar; y, por otra, como una exigencia estricta. El evangelio de hoy derrama luz sobre esta paradoja: Sí, lo que Jesús nos ofrece es un don, y nadie se ve forzado a aceptarlo. Permanecemos libres; pero, si lo aceptamos, será exigente con nosotros. Tenemos que poner a Jesús y su Reino por encima incluso de nuestras relaciones y deseos más queridos. Por eso tenemos que pensárnoslo dos veces antes de aceptarlo. Pero hemos de saber que, con Jesús y en virtud de su fuerza, podremos responder a su llamado, por difícil que sea, y que seremos felices. Él nos extiende esa invitación y nos da su fuerza en la eucaristía.  


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