Señora elegida: Me he alegrado muchísimo al encontrar a algunos hijos tuyos que viven en la verdad, según el mandamiento que hemos recibido del Padre. Y ahora te ruego: amémonos los unos a los otros. Con lo cual no te comunico un nuevo mandamiento, sino que el que tenemos desde el principio. El amor consiste en vivir de acuerdo con los mandamientos de Dios. Y el mandamiento que ustedes han aprendido desde el principio es que vivan en el amor. Porque han invadido el mundo muchos seductores que no confiesan a Jesucristo manifestado en la carne. ¡Ellos son el Seductor y el Anticristo! Ustedes estén alerta para no perder el fruto de sus trabajos, de manera que puedan recibir una perfecta retribución. Todo el que se aventura más allá de la doctrina de Cristo y no permanece en ella, no está unido a Dios. En cambio, el que permanece en su doctrina está unido al Padre y también al Hijo.
a) A san Juan se le atribuyen tres cartas. La primera, la más larga, la leemos por entero en el tiempo de la Navidad. Hoy escuchamos un resumen de la segunda, y mañana de la tercera.
La de hoy, cuyo comienzo no hemos leído en misa, va dirigida a Electa (Elegida), nombre que es difícil saber si se refiere a una señora cristiana o a una comunidad del Asia Menor. Pero lo que sí entendemos muy bien son las dos consignas que le transmite:
- la caridad, "el mandamiento que tenemos desde el principio, amarnos unos a otros",
- la verdad, porque "han salido en el mundo muchos embusteros", y "el que no se mantiene en la doctrina de Cristo, vive sin Dios".
b) Estas dos consignas siguen conservando toda su validez.
Nos hace bien recordar el mandamiento del amor, que siempre nos cuesta. Nos puede más el egoísmo que la entrega y la intransigencia que la tolerancia con los demás. Cuando a Jesús le preguntaron cuál era el mandamiento más importante, contestó que el del amor: amar a Dios y amar al prójimo. Según la carta de Juan, "éste es el mandamiento que debe regir nuestra conducta". Podemos detenernos un momento y contestar con sinceridad a esta pregunta: ¿de veras amamos?
También lo de permanecer en la sana doctrina tiene plena actualidad. Se ve que es viejo eso de que "han salido en el mundo muchos embusteros", porque ya se queja Juan de ello. No hemos mejorado mucho, porque también ahora nos envuelven ideologías y mentalidades que, clara o sutilmente, pueden minar los fundamentos de nuestra fe y desfigurar el evangelio de Jesús. Tenemos que aceptar la invitación de Juan -"¡estad en guardia!"- para que sepamos defender nuestra identidad en medio de este mundo tan pluralista.
Serenamente nos ha hecho decir el salmo: "dichoso el que camina en la voluntad del Señor... te busco de todo corazón, no consientas que me desvíe de tus mandamientos".
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