André Florêncio predica sobre cómo orar por la liberación de otro.
Es necesario orar por las personas que necesitan ser liberadas, y todos conocemos alguien que necesita ser liberado.
Cuando hablamos de liberación, hablamos de cosas muy serias, cosas con las cuales no conseguimos lidiar solos. Algunas veces tenemos tanto miedo al demonio que preferimos no creer en él; pero él existe, sí que existe. Por eso necesitamos de personas en los ministerios para ayudad. Si, mientras tanto no disponemos de esas personas existen cuatro pasos que pueden ser seguidos para ayudarnos en la intercesión.
NECESITAMOS SER SANTOSSi no existe santidad o, por lo menos, el deseo de santidad, no hay como pedir nada por el otro, pues todo tiene que comenzar por nosotros. Podemos pedir por los otros para nosotros librarnos de algunas situaciones que nos atrapan, pero esa situación puede estar colaborando con nuestra santidad, y por eso depende de nosotros el modo de mirar.
NECESITO CONDUCIR AL OTRO A LA SANTIDADOramos por los otros porque estamos incómodos con ellos, y no porque queremos ser santos y ver la santidad de ellos. Si esa situación es determinante para la santificación de él, no podemos quedar revueltos pues no sabemos cuales medios Dios usa para llegar hasta Él.
PARA QUE LA VOLUNTAD DE DIOS SE MANIFIESTE SIEMPRECuántas veces oramos sólo siguiendo nuestro deseo o voluntad, guiados por nuestros pensamientos! Cuestionamos a Dios porque no hace lo que pedimos, no nos libra de lo que encontramos necesario. Rezar sin cesar y confiar que el Espíritu Santo ya está actuando antes que nosotros, pues esas situaciones tienden a aproximarnos más a Dios.
Es a través de esos cuatro puntos que vamos a interceder por otras personas, revistiéndonos de la armadura de Dios, alabando a Él a partir de lo que ya hizo y todavía no hizo en nuestra vida. Más vale una persona que nos atormenta, porque ella puede llevarnos a Dios, que una boca que no alaba al Señor.
Hablamos de eso para que, cuando Jesús vuelva, no nos encuentre pidiendo unos por los otros, buscando nuestra santidad y la del prójimo también. Para interceder unos por los otros, necesitamos colocarnos al servicio del Señor.
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