martes, 1 de noviembre de 2016

Meditación: Apocalipsis 7, 2-4. 9-14


Todos los Santos

Hoy rendimos homenaje a todos los santos fallecidos, que forman “la multitud de antepasados nuestros” (Hebreos 12, 1). Ahora mismo hay millones de hombres y mujeres santos en el cielo, que rezan e interceden por nosotros y nos alientan. Si pudiéramos escuchar lo que nos dicen, sin duda las palabras serían algo como: “¡No te rindas! ¡Sigue siendo fiel a Jesús! ¡Realmente vale la pena hacerlo!”

En su gran mayoría, estos santos son personas iguales a nosotros, salvo que ahora ellos ya están en el cielo. La vida que llevaron tiene muchos parecidos con la nuestra: las mismas aspiraciones, dudas y luchas para ser fieles a Cristo. ¿Eres tú una esposa, madre o maestra? Busca la guía de Santa Isabel Ana Seton. ¿Tienes familiares que se han apartado de la Iglesia? Pídale a Santa Mónica que te ayude a rezar por ellos. ¿Te cuesta repartir el tiempo entre la oración, el trabajo y el reposo? Deja que San Benito te ayude.

La fiesta de hoy nos recuerda que los santos que están en el cielo no son solo los famosos, como la Madre Teresa, San Francisco de Asís o San Antonio de Padua. Allí también están nuestros difuntos padres, abuelos, antiguos amigos de la parroquia o conocidos y sacerdotes y párrocos que llevaron una vida santa. Los que eran más cercanos a nosotros en la vida terrena también lo son en el espíritu ahora que ya no están aquí. Es una especie de grupo de apoyo espiritual que tenemos. Ellos nos observan con amor e interés y lo que más quieren es vernos convertidos y llenos de la plenitud del amor de Cristo.

¿No es maravilloso el plan de Dios? Ya nos ha dado el regalo de la vida; nos ha dado familias y amigos; nos ha dado a cada uno de nosotros los dones y talentos únicos y distintos que tenemos y que podemos usar para darle gloria a él. Incluso nos ha concedido el regalo inmerecido de la salvación, junto con los sacramentos y la vida de la gracia para el viaje hacia el cielo. Y como si esto fuera poco, ¡nos ha invitado a vivir con él en la gloria del cielo para siempre!

“Gracias, Señor, por todos los santos que rezan por mí y me ayudan cada día. Te alabo y te glorifico, Señor, por prepararme un lugar con ellos, donde yo podré adorarte para toda la eternidad.”

Salmo 24(23), 1-6
1 Juan 3, 1-3
Mateo 5, 1-12

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

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