miércoles, 9 de noviembre de 2016

Meditación: Juan 2, 13-22


Dedicación de la Basílica de Letrán

Hoy se celebra la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, la primera basílica de la cristiandad. Su nombre oficial es “Catedral Papal y Archibasílica Patriarcal Mayor y Arciprestal del Santísimo Salvador y de los Santos Juan Bautista y Juan Evangelista”, pero más conocida como Archibasílica de San Juan de Letrán o simplemente Basílica de Letrán.

Su nombre viene de su dedicación inicial a Cristo Salvador. Fue construida en terrenos donados por la familia Laterani, en tiempos del emperador Constantino el Grande, para servir como sede de los obispos de Roma.

Esta basílica es la Catedral del Papa y la más antigua de todas las basílicas de la Iglesia Católica. En su frontis tiene la inscripción: “Madre y Cabeza de toda las iglesias de la ciudad y del mundo.” La Basílica fue consagrada por el papa San Silvestre en el año 324.

La Basílica de San Juan de Letrán, es aún un símbolo de Roma y de la sede pontificia. Por sus paredes corren más de mil seiscientos años de historia de la cristiandad, reflejando en su edificio los cambios de la Iglesia, así como los acontecimientos más importantes del pontificado. En la Iglesia Católica solamente se puede llamar basílica a aquellos templos a los cuales el Sumo Pontífice les concede ese honor especial.

Esta basílica es símbolo de la unidad de todas las comunidades cristianas con Roma y nos recuerda que todos estamos construidos sobre el mismo cimiento de Jesucristo. Cada uno de nosotros participamos en la construcción de la Iglesia. San Agustín recomienda: “Cuando recordemos la consagración de un templo, pensemos en aquello que dijo San Pablo: ‘Cada uno de nosotros somos un templo del Espíritu Santo.’ Ojalá conservemos nuestra alma bella y limpia, como Dios quiere que sean sus templos sagrados. Así habitará contento el Espíritu Santo en nuestra alma.”

Pero no celebramos el templo propiamente tal, sino más bien el templo como imagen de la Iglesia, de la cual el Papa es el supremo maestro. Es un símbolo de la Jerusalén celestial, a la cual todos aspiramos.
“Padre eterno, enséñanos a honrar el ministerio apostólico que cumple el Sumo Pontífice, sucesor de San Pedro, en la Basílica de San Juan de Letrán como maestro de la Iglesia y siervo de los siervos de Dios.”
Ezequiel 47, 1-2. 8-9. 12
Salmo 46(45), 2-3. 5-6. 8-9
1 Corintios 3, 9-11. 16-17

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

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