sábado, 12 de noviembre de 2016

Meditación: Lucas 18, 1-8


San Josafat

Cuando venga el Hijo del hombre ¿creen ustedes que encontrará fe sobre la tierra? (Lucas 18, 8)

Un sacerdote definió la virtud y el don de la fe de la siguiente manera: “Tener fe es dejar todo para confiar en Cristo.” ¡Qué hermosa y sencilla definición de la fe! Dios desea que lleguemos a conocerlo como Padre y quiere que sepamos que somos sus hijos amados. Por esta razón, nos prodiga el don de la fe, de manera que nuestra amistad con él se profundice continuamente.

En todas las amistades buenas y sinceras, la confianza crece con el tiempo. Cuando uno llega a fiarse de la otra persona, la fe y el cariño crecen y todo acto bondadoso y toda palabra de consuelo nos permite aumentar la fe en esa persona. Del mismo modo, no se trata de que Dios esté solamente sentado en su trono esperando a ver si tenemos fe en él o no; el Señor es un Dios vivo y activo y se deleita cuando nos entregamos en sus manos, de manera que hace todo lo necesario para ayudarnos a ver que él está allí para recibirnos, aunque nuestra fe sea débil e imperfecta.

Jesús enseñó que hasta una persona sin fe ni religión puede ceder ante los ruegos insistentes de otra; por eso dijo: “¿Y acaso no hará justicia Dios en favor de sus elegidos que claman a él día y noche?” (Lucas 18, 7). En efecto, la persistencia en la oración es una de las claves más importantes de la fe, porque en la medida en que perseveremos aprenderemos que Dios cumple fielmente sus promesas.

Mañana, domingo 13 de noviembre, se cerrarán en todo el mundo las Puertas Santas del Año Jubilar de la Misericordia, de acuerdo con lo dispuesto por el Santo Padre en la bula Misericordiae vultus. El Año Santo concluirá el 20 de noviembre, en la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, y en esa fecha también se cerrará la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro en Roma.

Así que, si no lo has aprovechado hasta ahora, no dejes de ir mañana a la basílica de tu diócesis y pasa por la Puerta Santa, quédate a la Santa Misa, confiésate y ora por las intenciones del Papa. Así obtendrás la indulgencia plenaria.
“Padre celestial, estoy tratando de seguirte. Por favor, enséñame a confiar en ti y amarte cada día más. Fortalece mi fe en tu amor inquebrantable, Señor, para caminar contigo y entregarte todo mi corazón.”
3 Juan 5-8
Salmo 112(111), 1-6

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

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