Como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: "De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido". Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?". Jesús respondió: "Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: 'Soy yo', y también: 'El tiempo está cerca'. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin". Después les dijo: "Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo." Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí. Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir. Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas.»
RESONAR DE LA PALABRA
Julio César Rioja, cmf
Queridos hermanos:
Jesús tiene un problema con el Templo. Para los judíos, el Templo era el centro de toda su religión y lugar de la presencia de Dios, también era el centro de la vida económica, recordar el látigo contra los cambistas y vendedores. “En aquel tiempo, como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo: Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida”. Esto es peligroso y duro para un israelita, de hecho, es de lo que le acusan antes de condenarlo a muerte: “Este ha dicho: puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días” Mt 26,61).
En el fondo de la polémica, está una nueva manera de ver la religión, ya había dicho en otra ocasión a la samaritana: “Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre, los verdaderos adoradores adoraran al Padre en espíritu y verdad” (Jn 4,21). Si a esto añadimos lo que decía San Pablo: “¿Acaso no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que habita en vosotros y habéis recibido de Dios?” (1 Cor 6,19). La fe que trae Jesucristo, valora más para encontrar a Dios, su presencia en los seres humanos, que en el templo y esto los hombres religiosos no lo suelen aceptar, aún hoy.
El templo de Jerusalén, fue destruido en el año 70 por las legiones romanas del emperador Tito. No sabemos con exactitud, si Jesús hizo esta profecía o es la comunidad que escribe el evangelio, la que está viviendo esta situación y reflexiona sobre estos acontecimientos de manera un tanto apocalíptica, como se ve en lo que sigue del texto. Se habla de la capacidad de resistencia, en un momento delicado de la historia y de no escuchar a los falsos profetas: “Mirad que nadie os engañe… ”, “No tengáis pánico…”, “Se alzará pueblo contra pueblo…”, “Os echarán mano, os perseguirán…”, “Y hasta vuestros padres y parientes…”, “pero esto servirá de ocasión para dar testimonio” “para daros unas palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro”. Y termina: “Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”. Lo dicho, la esperanza y resistencia.
La nueva “religión”, si podemos llamarla así, la historia que comienza con Jesús, traerá controversia: “Todos os odiarán a causa de mi nombre”. Hay algunos que nunca podrán tolerar, que pongan en cuestión aquello que les parece más sagrado, el templo, sin él no sabrían ser Iglesia y lo que es más difícil, les costaría considerar a todas las personas, templos del Espíritu Santo, aunque el Génesis nos diga; que todos estamos hechos a imagen y semejanza de Dios. Sería bueno recordar, que Jesús celebró la primera eucaristía y última cena, en una casa y en ella volvió a decirnos, según versiones, que lo importante es lavar los pies a todos (San Juan) y entregar la vida por todos (los otros evangelistas).
Este domingo celebramos el día de la Iglesia Diocesana, nuestras Diócesis cada año, nos dan las cuentas y los números de sus actividades en una buena labor de transparencia. Este año el lema es:”Somos una gran familia, contigo”, esa es la historia, no sobra ninguno, porque la gran riqueza de la Iglesia, son las personas que quieren vivir cada día en la esperanza, sabiendo que son tiempos difíciles y que tendremos que mirar con ilusión, aunque parezca que el mundo camina a la destrucción por las guerras, epidemias, hambres y terremotos… Tendremos que dar testimonio, a pesar de que nos persigan y esto no se da dentro del templo, se da en la calle.
El Papa actual quiere una “Iglesia en salida” que sea”hospital de campaña”, quizás eso no case bien con la idea de vivir sólo para dentro de nuestros templos o parroquias, tenemos un reto, que consiste en salir fuera y valorar a todos aquellos que día a día en el sindicato, el partido, el trabajo, la escuela… están haciendo posible el Reino, son de nuestra familia, no los traicionemos, como dice el evangelio qué pueden hacer nuestros padres o hermanos. Abramos la mente y las ventanas de nuestras Iglesias.
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