miércoles, 7 de marzo de 2018

Meditación: Mateo 5, 17-19

En el Evangelio de hoy, el Señor dice que no vino a abolir la ley ni los profetas.


¿Qué significa esto para los cristianos de hoy? Veamos lo que nos dice el padre Vicenç Guinot i Gómez, de España, en la siguiente reflexión:

“Hoy día hay mucho respeto por las distintas religiones. Todas ellas expresan la búsqueda de la trascendencia por parte del hombre, la búsqueda del más allá, de las realidades eternas. En cambio, en el cristianismo, que hunde sus raíces en el judaísmo, este fenómeno es inverso: es Dios quien busca al hombre.

“Como recordó San Juan Pablo II, Dios desea acercarse al hombre, Dios quiere dirigirle sus palabras, mostrarle su rostro porque busca la intimidad con él. Esto se hace realidad en el pueblo de Israel, pueblo escogido por Dios para recibir sus palabras. Esta es la experiencia que tiene Moisés cuando dice: ‘¿Hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está Yahvé nuestro Dios siempre que le invocamos?’ (Deuteronomio 4, 7). Y, todavía, el salmista canta que Dios ‘revela a Jacob su palabra, sus preceptos y sus juicios a Israel: no hizo tal con ninguna nación, ni una sola conoció sus juicios’ (Salmo 147, 19-20).

“Jesús, pues, con su presencia lleva a cumplimiento el deseo de Dios de acercarse al hombre. Por esto, nos dice: ‘No penséis que he venido a abolir la Ley y los profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento’ (Mateo 5, 17). Viene a enriquecerlos, a iluminarlos para que los hombres conozcan el verdadero rostro de Dios y puedan entrar en intimidad con él.

“En este sentido, menospreciar las indicaciones de Dios, por insignificantes que sean, comporta un conocimiento raquítico de Dios y, por eso, uno será tenido por pequeño en el Reino del cielo. Y es que, como decía san Teófilo de Antioquía, ‘Dios es visto por los que pueden verle; sólo necesitan tener abiertos los ojos del espíritu... pero algunos hombres los tienen empañados.’

“Aspiremos, pues, en la oración a seguir con gran fidelidad todas las indicaciones del Señor. Así, llegaremos a una gran intimidad con él y, por tanto, seremos tenidos por grandes en el Reino del Cielo.”
“Amado Señor y Salvador mío, ayúdame a cambiar el enfoque de mi vida y darme cuenta de que eres tú el que me busca, para que yo cambie y me deje encontrar por ti.”
Deuteronomio 4, 1. 5-9
Salmo 147, 12-13. 15-16. 19-20

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