sábado, 5 de mayo de 2018

Espíritu Santo: Fortaleza de los débiles


Descenderá sobre ustedes el Espíritu Santo y les dará fuerza 
Espíritu Santo: Poder de Dios y fortaleza para aquellos que no tienen fuerza. 
“Nosotros anunciamos, como dice la Escritura, lo que nadie vio ni oyó y ni siquiera pudo pensar, aquello que Dios preparó para los que lo aman. Dios nos reveló todo esto por medio del Espíritu, porque el Espíritu lo penetra todo, hasta lo más íntimo de Dios. ¿Quién puede conocer lo más íntimo del hombre, sino el espíritu del mismo hombre? De la misma manera, nadie conoce los secretos de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que reconozcamos los dones gratuitos que Dios nos ha dado.” 1 Cor 2,9-12 
Muchas veces oímos hablar de personas carismáticas que recibieron el don de curar a los enfermos por medio de la oración o que obtuvieron verdaderos milagros. Y también sabemos de otras que recibieron revelaciones de Dios sobre las cosas más secretas, más escondidas en nuestra alma y en nuestro pasado, e inspiradas por el Espíritu Santo son capaces de orientarnos con relación a los pasos que debemos dar en nuestras vidas. La sanación de las enfermedades, los milagros, la palabra de sabiduría, el don de revelación, la profecía, la oración en lenguas son dones de Dios que solo podemos comprender a la luz del Espíritu Santo. 

Dios quiere que seamos llenos de sus dones. El quiere que nosotros los conozcamos y experimentemos porque sabe que necesitamos de ellos. Pero para que esos carismas se manifiesten a través de alguien, es necesario que esa persona esté llena del Espíritu. 

Al tomar un libro en nuestras manos, muchas cosas pasan por nuestra cabeza y ciertamente nos preguntamos si vamos a encontrar allí aquello que realmente necesitamos. Puedo garantizarte que lo que Dios tiene para vos sobrepasa todo lo que puedes imaginar. Es algo maravilloso lo que Él te quiere revelarte. No se trata de una ilusión o una fantasía. Lo que va a acontecer es que vas a experimentar de tal manera el poder del Espíritu Santo que jamás serás el mismo. Entonces verás como para Dios todo es posible. Verás también que Él tiene amor y poder suficiente para darle sentido a tu vida. 

En un primer momento, puede parecerte que se trata de creer en Dios, pero existe algo antes de eso: saber que Dios cree en ti -mucho más de lo que vos mismo jamás has creído. Como dice Santa Teresa, “el Señor nos ama más de lo que nos amamos a nosotros mismos” 

El derrotado no es el que perdió la batalla, sino aquel que dejó de luchar. 

Somos capaces de hacer más, de ir mas lejos de lo que imaginamos, pero no creemos que podemos y nos acobardamos por el miedo a fracasar o de ser contrariados por otros. Cuando una persona huye por miedo a la frustración o por temor a lo que van a pensar las otras personas de ella, jamás va a descubrir las fuerzas que Dios guardó en su corazón. No conocerá tampoco sus propias fragilidades y limitaciones. Solo quien se arriesga, sólo quien tiene fe puede descubrir y conocer de verdad. Es lo que sucede cuando nos arriesgamos a hacer algo que nos parece imposible. 

Si esperas mucho de Dios, Él hará mucho por ti… 

Todo es posible para Dios (cfr. Mc 10,27), solo que Jesús abre ese poder también a los hombres, y garantiza que “todo es posible para el que cree” (Mc. 9,23) Pero, ¿quién cree de verdad que esa palabra se concretiza en su vida? ¿Quién tiene esa fe? Nadie consigue realizar cosa alguna si no cree en aquello que hace. Sólo cuando creemos en algo es que somos capaces de realizarlo. San Bernardo ya había hecho esa experiencia cuando afirmaba: “Poseerás todas las cosas sobre las cuales se extienda tu confianza. Si esperas mucho de Dios, El hará mucho por ti. Si esperas poco, Él hará poco”. 

Nunca vi algo tan fuerte en cuanto a la fe que nace del amor. Es una fe que mueve montañas, que entusiasma. Cuando alguien cree de hecho en nosotros, nos volvemos capaces de realizar lo que ni siquiera imaginábamos que podríamos hacer. 

Si Dios confía en nosotros, ¿por qué no confiaríamos también nosotros en nosotros mismos? Si Dios cree que lo puedo hacer, si El cree que lo consigo, ¿por qué entonces, yo no debería confiar? La confianza es aquella chispa de la que se vale el Espíritu Santo para encender nuevas fuerzas en nuestro corazón. Por la confianza, Dios aumenta las fuerzas que tenemos y nos da aquellas que todavía no tenemos. Todas las puertas se abren a la persona que aprendió a confiar en Dios. Nada la detiene. “Contigo yo salto el pozo, con mi Dios traspaso la muralla” ( 2 Sam 22,30) 

La fe y la confianza nos dan las fuerzas que antes desconocíamos; es una verdadera experiencia del poder de Dios que supera todo miedo, sobre todo el miedo a la muerte. Solamente el Espíritu Santo podrá conceder esas fuerzas que vienen en auxilio de una vida desgastada y desvalorizada.

Marcio Mendes
“La vida en el poder del Espíritu Santo”
Editorial Canción Nueva – Adaptación del original en portugués

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