Cuando algunos creyentes judíos venidos de Judea llegaron a Antioquía, donde la Iglesia estaba formada por cristianos de origen judío y no judío, enseñando que para salvarse era necesario estar circuncidado, el acalorado debate tomó caracteres de asunto personal y la necesidad de una solución adecuada se hizo urgente.
Los cristianos de origen judío habían creído y aceptado a Jesús como el Mesías, pero entendían que todos debían cumplir la ley de Moisés, pues era señal de su identidad como pueblo escogido de Dios; la alianza que tenían con Dios era valiosísima para ellos, ya que era prueba del compromiso suyo con Dios y de Dios con ellos, por lo que no es de extrañar que ellos entendieran que los cristianos de origen no judío también tenían que cumplir la ley mosaica antes de ser aceptados en la Iglesia.
Pero Pablo y Bernabé habían visto que muchos gentiles habían tenido conversiones profundas y sinceras al cristianismo; habían visto que Dios “había abierto a los paganos las puertas de la fe” (Hechos 14, 27), vale decir, a pueblos que no habían tenido alianzas con Dios. El cambio de vida y las curaciones milagrosas que se sucedían entre los ex paganos demostraban que el Espíritu Santo estaba actuando en ellos, por lo que no parecía necesario que los gentiles tuvieran que convertirse al judaísmo primero.
Estas situaciones pasaron a ser un obstáculo para la nueva Iglesia. Entonces, ¿qué hicieron? Pablo y Bernabé, junto con representantes de los cristianos judíos, fueron a Jerusalén para consultar con los apóstoles y los principales de la Iglesia. Sabían que el asunto era superior a sus preferencias personales y confiaron en los apóstoles para que les ayudaran a resolverlo.
Tal vez tú, hermano, estás pasando por un dilema difícil de resolver. Tú puedes orar y pensar que sabes lo que el Espíritu Santo dice sobre el tema, pero ¿cómo lo confirmas? Una vía es hablar con tu párroco o un sacerdote amigo, que tenga más experiencia. También puedes comentarlo con tu cónyuge o un amigo de buena vida espiritual. El Espíritu Santo te ayudará a entender claramente y a veces lo hace a través de una persona o autoridad de confianza. Así que ¡no dudes en buscarlo!
“Señor, cuando estoy confundido, concédeme sabiduría y prudencia para saber qué hacer para hacerlo con paz y confiando en tu buena voluntad.”
Salmo 122(121), 1-5
Juan 15, 1-8
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