sábado, 5 de mayo de 2018

Meditación: Hechos 16, 1-10

El Espíritu Santo les había prohibido predicar la palabra en la provincia de Asia.
Hechos 16, 6




En la primera lectura de hoy vemos que todo parecía ir viento en popa para Pablo y Timoteo cuando viajaban de ciudad en ciudad compartiendo la buena noticia de Jesucristo a cuantos quisieran escuchar, hasta que se encontraron con que el Espíritu Santo les impedía predicar en Asia. ¿Qué fue lo que sucedió?

Los dos apóstoles, por su vida de entrega y oración, lograban percibir internamente lo que el Señor les quería decir, es decir, las mociones del Espíritu Santo, para hacer ciertas cosas y no hacer otras. Es como cuando la conciencia nos habla interiormente: “No le reprendas, no te desquites”, “Haz un alto y reza” o “Ayúdale”. Es cierto que las inspiraciones que recibían Pablo y Timoteo eran sobre cosas mucho más importantes que esas, pero nosotros también podemos experimentar la guía del Espíritu Santo si nos disponemos a percibir esas mociones.

El Catecismo de la Iglesia Católica dice que el Bautismo nos da el poder de “vivir y obrar bajo la moción del Espíritu Santo mediante los dones del Espíritu Santo”, para que hagamos presente la bondad de Dios en nuestro mundo (CIC 1266). Cuando somos dóciles, “el Espíritu Santo nos educa en la libertad espiritual para hacer de nosotros colaboradores libres de su obra en la Iglesia y en el mundo” (CIC 1742). Eso era lo que les sucedía a Pablo y Timoteo.

El Señor nos pide lo mismo a nosotros y en el salmo responsorial nos dice que todos somos “su pueblo y ovejas de su rebaño” (Salmo 100(99), 3). Todos, no sólo los apóstoles o los santos, ni sólo el papa, nuestro obispo o nuestro sacerdote, pueden hacerlo; todos podemos aprender a reconocer la guía del Espíritu Santo en nuestras actividades cotidianas, así como una oveja reconoce la voz de su pastor. Esto significa “hablar” interiormente con el Señor durante todo el día. Por ejemplo, podemos preguntarle: “Señor, ¿qué debo hacer hoy para mi familia”; “¿Qué puedo hacer con mi tiempo libre esta noche?” o bien “Señor, ayúdame a resistir esta tentación.”

Trata de permanecer atento al Espíritu Santo durante el día y procura obedecer lo que percibas lo que él te dice. Mientras más lo practiques, mejores serán los resultados, y el Señor irá trabajando codo a codo contigo para edificar el Reino de Dios.
“Señor mío, Espíritu Santo, guíame, te ruego, en lo que debo hacer o no hacer hoy día. Enséñame a seguir tus inspiraciones y percibir tus mociones.”
Salmo 100(99), 1-3. 5
Juan 15, 18-21

fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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