viernes, 4 de mayo de 2018

Meditación: Juan 15, 12-17

Ya no los llamo siervos… a ustedes los llamo amigos.
Juan 15, 15




Tener buenos amigos es importante y necesario. ¿Tienes tú un mejor amigo? ¿Te acuerdas cómo los dos trabaron amistad? Probablemente solían conversar a menudo y compartir las situaciones personales de cada uno, sus anhelos, sus planes para el futuro, sus ideas y preferencias e incluso aquello que les causaba inseguridad. Sin duda así, con el tiempo, se fue construyendo una amistad basada en la confianza, la sinceridad y la lealtad. Tal vez tu mejor amigo es el único que sabe a qué se debe la cicatriz que tienes junto a la oreja derecha y el único que sabe por qué la confesión que hiciste el mes pasado fue tan importante para ti o si tienes temor de perder el trabajo.

En el Evangelio de hoy, Jesús les dice a sus discípulos que ellos son sus amigos más íntimos y ¡también te lo quiere decir a ti! Recuerda que él dio su vida para que tú y él tuvieran una amistad profunda y permanente. Él dio todo para que tú pudieras experimentar descanso y relajación, estímulo e inspiración en su presencia, algo así como lo haces con tu mejor amigo en la tierra. Sí, es cierto que Jesucristo, el Hijo eterno de Dios y Señor del universo dice que tú eres su amigo. ¿No es eso maravilloso?

Un esclavo no tiene derechos ni dignidad. No es libre y trabaja incansablemente por obediencia a su dueño. Pero un amigo sirve y ayuda por afecto, y es generoso con su amigo porque lo aprecia mucho. Así nos aprecia Jesús. El Señor nos invita a demostrarle respeto, amor y honestidad; además, nunca trata de intimidarnos ni asustarnos para que lo sigamos. No, él nos ayuda a ver cómo puede cambiar nuestra vida para mejor si aceptamos y cumplimos lo que él nos pide hacer. En una palabra, Cristo nos ama por lo que somos y nos deja en libertad para seguirlo.

Piensa hoy por unos minutos en quién es Jesús para ti y quién eres tú para él. Procura ver a Jesús y escuchar su voz cuando él te dice que tú eres su amigo. Habla con él como con un amigo íntimo. Míralo a los ojos y ve cómo él te mira a ti. ¡Él es tu verdadero mejor amigo! Además, el Señor es no sólo tu mejor amigo; es el Señor y Salvador del mundo, que te ama tanto que dio su vida por ti para que tú también seas su amigo.
“Amado Jesús, mi Señor y mi Salvador, te entrego toda mi vida con toda sinceridad y sin reservas, para que tú seas siempre mi mejor amigo, mi maestro y mi dueño.”
Hechos 15, 22-31
Salmo 57(56), 8-10. 12

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