Juan 15, 10
El amor es la vida y la fuerza del Evangelio. En la cruz, Cristo triunfó sobre el pecado y sobre Satanás, no porque lo mereciéramos nosotros, sino sencillamente porque Dios nos ama. Tan grande fue el amor del Padre que llegó incluso a entregar a su Hijo único, para que los pecadores pudiéramos vivir: “El amor que Dios nos tiene se ha manifestado en que envió al mundo a su Hijo unigénito… El amor consiste en esto: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero” (1 Juan 4, 9-10).
Este es el mismo amor que Cristo está constantemente prodigando a sus discípulos, un amor en el cual podemos “permanecer”, descansando en la generosa provisión de Dios (Juan 15, 9), y él nos dice cómo: obedeciendo sus mandamientos, amándonos “como yo los he amado” (Juan 15, 12). Esta no es una manera de merecer el amor y la aprobación de Dios, sino más bien de conocer y experimentar su amor, a fin de poder compartirlo con familiares, amigos, compañeros de trabajo y la comunidad parroquial.
Conocer la realidad del amor incondicional de Dios es de importancia vital para nuestra fe. De otro modo, podemos reducir el cristianismo nada más que a una serie de reglas y prohibiciones que hay que cumplir, y así terminamos aceptando un mensaje evangélico desprovisto de poder, y más bien basado en nuestra obediencia y no en el amor de Dios, que todo lo transforma. Pero Jesús quiere que su amor sea la base de nuestras obras; quiere misericordia, no sacrificio (Mateo 12, 7). Lo maravilloso que Dios ha hecho es que, mediante su cruz, nos ha librado del pecado, que había endurecido nuestro corazón y no nos dejaba ver su amor infinito. Pero hemos sido redimidos en Cristo, y gracias a eso podemos recibir el poder del Evangelio en nuestro ser.
“Espíritu Santo Consolador, que te derramas con poder sobre todos los que aceptan el amor del Padre, ayúdanos a recibirte con el corazón abierto. Ven, Espíritu Santo, y revélanos el amor de Dios, para que experimentemos personalmente el poder del Evangelio.”
Hechos 10, 25-26. 34-35. 44-48
Salmo 98(97), 1-4
1 Juan 4, 7-10
fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros
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