sábado, 19 de mayo de 2018

Novena de Pentecostes - Los Beneficios del Espíritu Santo - Día 9


NOVENO DÍA
+ En el Nombre del Padre,
+ del Hijo
+ y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de Tu Amor.
¡Envía Tu Santo Espíritu y todo será creado, y renovarás la faz de la tierra!

Oremos: Dios que instruiste los corazones de Tus fieles con la luz del Espíritu Santo, haz que apreciemos rectamente todas las cosas, según el mismo Espíritu y gocemos siempre de Sus consuelos, por Cristo Nuestro Señor. ¡Amén!

Oración antes de la meditación

Divino Espíritu, que por la Iglesia eres llamado Creador, no solamente porque lo eres con relación a nosotros, criaturas; sino también porque moviendo en nuestras almas, santos pensamientos y afectos, creas en nosotros aquella santidad que es obra Tuya. Venga también sobre nosotros Tu benéfica virtud, y mientras Te honramos con este devoto ejercicio, dígnate visitar con Tu Divina Luz nuestra mente, y con Tu Suprema Gracia nuestro corazón, para que nuestras oraciones suban agradables a Ti y del Cielo, descienda sobre nosotros la abundancia de Tus divinas misericordias. ¡Amén!

Meditación
Los beneficios del Espíritu Santo

Sin dudas, los beneficios revelan al Benefactor, y cuanto más excelentes y múltiples son los beneficios, tanto más indican la excelencia amorosa del Benefactor. Nosotros nunca podremos llegar a conocer todos los beneficios que recibimos del Espíritu Santo. La Iglesia, por otro lado, con los nombres que Le concede, nos muestra gran parte de sus gracias: Llamándolo Luz de los Corazones, la Iglesia nos revela la bella gracia que Él, el Espíritu Santo, comparte con nosotros a través de las explicaciones Divinas. Llamándolo Fuego, nos recuerda como por medio de Él viene a nuestro corazón las llamas del Divino Amor. Como Dulce Huésped del alma, nos asegura su presencia en nosotros. Y como Padre de los Pobres, Dispensador de los Dones, Fuente Viva, Consolador Perfecto nos acrecienta múltiples beneficios que recibimos incesantemente por Él.

Por las simbólicas formas que quiso asumir para dirigirse a los mortales, se conoce lo conoce como la mejor vía, a los beneficios del Paráclito.

En el Bautismo del Salvador, el Espíritu Santo asume la forma de una cándida Paloma. En el Misterio de la Transfiguración de Nuestro Señor, San Ambrosio, Santo Tomás y otros, reconocen al Espíritu Santo en la fúlgida nube que aparece sobre el Tabor, simbolizando la amorosa protección del Paráclito sobre nosotros, y al mismo tiempo el principio de aquella sobrenatural fecundidad, que el propio Espíritu Santo infunde en las almas. Cuando después aparece en el Cenáculo como Celeste Fuego, distribuye muchos de sus beneficios, y principalmente aquel de esclarecer y de inflamar las almas de santos ardores; de comunicarles la admirable actitud de hacer el bien y de conducirlas a actuar, no más humanamente y según la naturaleza, sino divinamente y según la gracia. Y como el fuego convierte en fuego aquello que en él es inmerso, así el Divino Fuego del Espíritu Santo si no puede hacernos divinos por naturaleza, lo hace por la gracia.

Admira, alma fiel, estas maravillas de amor, y di si no serán para ti grandes ventajas. Como devotos del Espíritu Santo, seguramente poseeremos sus beneficios.

Momento para meditación personal

ORACIÓN

Divino Espíritu, entre todos Tus dones, existe uno infinitamente más precioso que los otros; Don que no tiene nombre particular, porque eres Tú mismo que verdaderamente te donas a las almas justas. Pero, ¿por qué dije que Aquel Don no tiene nombre? Es claro que tiene nombre, dado por Ti, que lo llamo Don Altísimo de Dios, y no existe otro nombre que mejor te convenga. ¿Qué harás a nuestras almas en el fin de esta Novena, Divino Espíritu Santo? ¡Pediremos el Don del Altísimo Dios, a Ti mismo! Y para obtenerlo, dejaremos lugar en nuestro corazón, sacando todo afecto que no te agrade. Y Tú, Eterno Amor, ¿qué harás? ¡Haz todo lo que hiciste en el Cenáculo!

¡Ven!, ¡Ven!, ¡Ven! Visita las mentes de Tus siervos y llena los corazones de abundantes gracias. ¡Ven! Y con Tus llamas, erradica de nosotros al viejo Adan. ¡Ven! Y apoderándote de las potencias de mi alma y de mis sentidos, controla y dirige todos mis actos hacia Ti. Extiende todos Tus beneficios a todos los creyentes, y así, obtendremos más rápidamente la renovación de la faz de la tierra.

ORACIÓN FINAL

Prometido y ansiado Consolador, Espíritu Santo, procedente del Padre y del Hijo, que escuchando la unánime oración de los discípulos del Salvador, fraternalmente reunidos en el Cenáculo, descendiste para consolar y santificar a la Iglesia naciente; muéstrate propicio a nuestras súplicas, reenciende Tu Divino Fuego en los corazones de los hombres. Haz resplandecer Tu Luz hasta los confines de la Tierra; llama nuevamente al seno de la Iglesia Romana a todas las Iglesias separadas.

¡Oh, Espíritu Santo, que eres el Amor, piedad de tanta mediocridad y de tantas almas que se pierden! Haz que rápidamente suceda aquello que David profetizaba diciendo: “Manda Tu Espíritu!”. Haznos nuevas criaturas, y así renovaras la faz de la tierra. A partir de esta consoladora profecía, unidos en oración, como nos enseña la iglesia, con plena confianza repetimos: ¡Envía Tu Espíritu y todo será creado, y renovarás la faz de la Tierra!

Rezamos las siguientes oraciones:
·       Padre Nuestro
·       Ave María
·       Gloria
·       Canto del Espíritu Santo

En esta novena, la Beata recomendaba que sea cantado el Veni Creator.

+Que el Señor nos bendiga,
+Nos guarde de todo mal;
+Nos conduzca a la vida eterna.
Amén.





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