+ En el Nombre del Padre,
+ del Hijo
+ y del Espíritu Santo.
Amén.
Oración inicial
Ven, Espíritu Santo, llena
los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de Tu Amor.
¡Envía Tu Santo Espíritu y
todo será creado, y renovarás la faz de la tierra!
Oremos: Dios que instruiste los corazones de Tus fieles con la luz del
Espíritu Santo, haz que apreciemos rectamente todas las cosas, según el mismo
Espíritu y gocemos siempre de Sus consuelos, por Cristo Nuestro Señor. ¡Amén!
Oración antes de la meditación
Divino Espíritu, que por la Iglesia eres llamado Creador, no solamente
porque lo eres con relación a nosotros, criaturas; sino también porque moviendo
en nuestras almas, santos pensamientos y afectos, creas en nosotros aquella
santidad que es obra Tuya. Venga también sobre nosotros Tu benéfica virtud, y
mientras Te honramos con este devoto ejercicio, dígnate visitar con Tu Divina
Luz nuestra mente, y con Tu Suprema Gracia nuestro corazón, para que nuestras
oraciones suban agradables a Ti y del Cielo, descienda sobre nosotros la
abundancia de Tus divinas misericordias. ¡Amén!
Meditación
Las acciones del Espíritu Santo en nuestras almas
Esa bellísima y noble criatura que es el alma humana, creada por la
paterna Mano de Dios, fue por el Eterno Amor enriquecida con las mas elevadas
virtudes; que en ella produce sus frutos, gracias a la acción vivificante del
mismo Amor que es el Espíritu Santo.
Las acciones de este Divino Espíritu en las almas son admirables, y
cuanto más las contemplamos, tanto más nos llenamos de sus maravillas y de
consolación. Inaccesible por su naturaleza, el Espíritu Santo se vuelve
accesible por su infinita bondad, sobre todo para las almas que Lo desean, y a
ellas se comunica de modo inexplicable. Él las llena de Sí, y les hace sentir
Su presencia con luces, inspiraciones y gracias diversas. Y por más que sea
simple en su esencia, son variados y múltiples sus efectos. Y en la obra de
santificación de las almas, se puede afirmar que el Espíritu Santo es todo en
todos.
Este dogma de inefable operación del Espíritu Santo en el alma del
cristiano muestra claramente una verdad que eleva a una dignidad
incomprensible: Es una expresión de esta verdad. “Un Dios se ocupa de mi. Un
Dios se preocupa en hacerme el bien. ¡El deseo por mi perfección es su
predilecta ocupación! ¡El trabaja en mi, piensa siempre en mi, no cesa de
trabajar por mi!” ¿Y por qué todo eso? ¡Porque me ama y me ama infinitamente!
¿Por qué? ¡Porque yo soy una feliz criatura bajos los eternos y amorosos cuidados
de Dios!
Si esta verdad fuese por ti bien considerada y bien entendida, ¿qué
tanto te importaría, oh alma cristiana, las cosas de esta tierra? Tu, tan amada
por Dios, ¿cómo podrías no aprovechar Sus efectos, desperdiciándolos por los
bienes de esta tierra? ¡Ah, si conociéses a Aquel que opera en ti, estarías
muerta para el mundo y el mundo estaría muerto para ti, y vivirías desde ahora
toda en Dios!
Momento para
meditación personal
ORACIÓN
Espíritu Santo, Eterno Amor, esta pobre alma no encuentra palabras para
expresar la dulce maravilla y el reconocimiento que experimenta pensando en Ti,
Altísimo Dios, que Te dignas ocuparte de esta mezquina criatura y hacerle
continuamente el bien. Te agradezco de corazón; pero al mismo tiempo, siento
necesidad de pedirte perdón por haberte apreciado tan poco y haber correspondido
tan pobremente hasta ahora a Tu amoroso “operar” en mi alma. Tú, que me llenas
de favores y favores tan grandes que no consigo ni comprenderlos, acrecienta en
mi otro favor: el de hacerme apreciar, Divino Espíritu, los beneficios de Tu
Amor, y de ayudarme a corresponderte fielmente.
Abre, Espíritu Santo, con aquella luz de la cual eres origen y fuente,
los ojos de mi mente, y haciéndome conocer mejor los efectos del infinito amor
que me traes, mueve Espíritu Santo, mi corazón a la verdadera y constante
correspondencia.
ORACIÓN FINAL
Prometido y ansiado Consolador, Espíritu Santo, procedente del Padre y
del Hijo, que escuchando la unánime oración de los discípulos del Salvador,
fraternalmente reunidos en el Cenáculo, descendiste para consolar y santificar
a la Iglesia naciente; muéstrate propicio a nuestras súplicas, reenciende Tu
Divino Fuego en los corazones de los hombres. Haz resplandecer Tu Luz hasta los
confines de la Tierra; llama nuevamente al seno de la Iglesia Romana a todas
las Iglesias separadas.
¡Oh, Espíritu Santo, que eres el Amor, piedad de tanta mediocridad y de
tantas almas que se pierden! Haz que rápidamente suceda aquello que David
profetizaba diciendo: “Manda Tu Espíritu!”. Haznos nuevas criaturas, y así
renovaras la faz de la tierra. A partir de esta consoladora profecía, unidos en
oración, como nos enseña la iglesia, con plena confianza repetimos: ¡Envía Tu
Espíritu y todo será creado, y renovarás la faz de la Tierra!
Rezamos las siguientes oraciones:
· Padre Nuestro
· Ave María
· Gloria
· Canto del Espíritu Santo
En esta novena, la
Beata recomendaba que sea cantado el Veni Creator.
+Que el Señor
nos bendiga,
+Nos guarde de
todo mal;
+Nos conduzca
a la vida eterna.
Amén.
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