Jesús dijo a Tomás: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí.Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto".Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta".Jesús le respondió: "Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Como dices: 'Muéstranos al Padre'?¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras.Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras.Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre."Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré."
“A toda la tierra alcanza su pregón.”
Fiesta de los apóstoles Felipe y Santiago.
Estamos en tiempo de Pascua, tiempo de hechos apostólicos, tiempo de anuncio y confesión de la fe. En la primera lectura recogemos precisamente el testimonio de este primer anuncio que Pablo hace a la comunidad de Corinto y que recitamos cada domingo y fiesta de guardar en el Credo de nuestras misas
“…fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos…” Esta afirmación sobre la persona de Jesús, el Cristo, es la esencia de la fe de quienes nos decimos cristianos; lo subrayamos y corroboramos con los textos de las apariciones que proclamamos de manera particular durante este tiempo de Pascua y que Pablo nos recuerda en la lectura de hoy.
Confesar la fe en Cristo resucitado es una opción radical que marca un antes y un después en la comprensión de sentido de la persona. Si soy coherente con lo que mis labios afirman, entonces los planteamientos de vida, los criterios éticos y morales, deben traducirse en aquellas obras cotidianas que dan validez a lo que los labios afirman; y la persona de Jesús en toda su dimensión humana y divina se constituye en programa de crecimiento personal: “yo soy el camino, la verdad y la vida…”.
Este sentido de recorrido, de peregrinación interior de la mano de Jesús, de tránsito por las veredas de ésta nuestra vida y la del Maestro, que arrancan en la decisión de ponerse en marcha e iniciar una andadura hacia la consecución de la Verdad y la Vida plena en Cristo: constituye todo un proyecto de santificación como nos propone Francisco en su nueva exhortación, pero además es la única manera de entender la confesión de fe que pronunciamos, porque “de lo contrario se ha malogrado vuestra (nuestra) adhesión a la fe” y las palabras perdieron su significado y se hacen incoherentes con la vida misma. Nadie malogra el tiempo de su vida por afirmaciones en las que dejó de creer, de no ser que se convierta a sí mismo en su propia ficción.
¡Santiago y Felipe, ayudadnos a proclamar -con autenticidad- a toda la tierra su pregón.
Que tengan buen día:
Pepe Lillo cmf.
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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