martes, 14 de agosto de 2018

Meditación: Mateo 18, 1-5. 10. 12-14

Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños.
Mateo 18, 10


Todos hemos escuchado muchas veces lo que Jesús nos dice hoy en el Evangelio, pero, ¿te han movido alguna vez estas palabras a hacer algo en favor de los indefensos, los vulnerables y los que viven en las periferias del mundo? Porque las palabras, “no desprecian” también pueden significar “no desatiendan” o “no dejen de preocuparse de.” Por eso queremos crear conciencia acerca de un grupo particular de “esos pequeños”, es decir, los jóvenes de ambos sexos que son víctimas de los traficantes de personas.

La compraventa de seres humanos por su cuerpo o su trabajo, o sea la trata de personas, es la industria criminal que crece con mayor rapidez en el mundo y que victimiza a miles y miles de personas. Un informe de 2016 de las Naciones Unidas afirma que el reclutamiento o rapto de menores de ambos sexos para matrimonios forzados, o explotación sexual va en aumento.

Particularmente cruel es la compra y venta de menores a nivel mundial que llega a casi 1.200.000 cada año. Los angustiosos casos de estos pequeños (que pueden leerse en los sitios web como los indicados más abajo) bastan para hacer llorar hasta a las piedras.

La aberración se ha infiltrado en todas partes. Por ejemplo, Estados Unidos y Canadá son “fuente, tránsito y destino” de esta trata de esclavos, declara un informe reciente del Departamento de Estado. Unas 14.500 a 17.500 personas son traídas como esclavos cada año a los Estados Unidos.

¿Qué se puede hacer al respecto? Varias cosas. Primero, informarse. Buenos sitios web para comenzar son los de la Conferencia Nacional de Obispos Católicos (en los Estados Unidos: www.usccb.org); el noticiero “¡Paremos la Trata de Personas!” de las Hermanas del Divino Salvador (www.stopenslavement.org); el Proyecto Polaris (https://polarisproject.org) y Shared Hope (www.sharedhope.org). Segundo, ayudar, apoyar a organizaciones auténticas y conseguir la participación de otras personas. Presione a sus representantes políticos para que aprueben y hagan cumplir leyes que penalicen estas barbaries. Y lo más importante: Rece, rece y rece para que termine este horrendo flagelo.
“Padre, despierta las conciencias de aquellos que compran, venden y someten a jóvenes como esclavos. Despierta mi conciencia, también, para que haga algo para ayudar a resolver este grave mal.”
Ezequiel 2, 8—3, 4
Salmo 119(118), 14. 24. 72. 103

Fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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