Dios de Misericordia, ten compasión de mi porque me siento pobre e infeliz una gran parte de mis días.
Cuantas veces me sentí abandonado(a) por Ti y por muchas otras personas: mis familiares, mis amigos y colegas de trabajo. Algunas veces parece que desde pequeño vivo así, y eso creó dentro de mi una rebelión, que tal vez sea una válvula de escape de mis fracasos y de mi condenación. En realidad me siento un(a) derrotado(a) y necesito de Tu gracia para liberarme del mal que me consume.
Quiero liberarme de esas culpas interiores, de esas rebeldías, porque ellas me llevan a estar siempre reclamándome a mi mismo(a), a otras personas y a Ti, mi Dios.
Es trise vivir así, pues, en el transcurso de esas situaciones, las personas de apartan de mi, porque me ven como una persona amarga y triste.
Este comportamiento no me deja producir bien en mi trabajo; algunas veces encuentro que nada de lo que hago tendrá buen resultado; en otras, acabo haciendo las cosas de manera errada, por inseguridad, generando en mis jefes la percepción de que no soy capaz de realizar las tareas destinadas a mi.
A causa de eso, soy demitido(a) de empleos, y eso está volviéndose un círculo vicioso. Preciso liberarme de este mal interior! Por eso te suplico, cúrame, Señor, y lávame con Tu Sangre!
Siento mucha soledad en mi vida, y de ella me he alimentado. Aún estando entre muchas personas me siento solo(a), abandonado(a) y angustiado(a). En las fiestas de mi familia, me quedo observando de lejos lo que sucede y me resguardo, sin interactuar. Libérame de esas situaciones, pues necesito de una nueva vida en Tu amor, y sé que Tú tienes esta gracia para darme.
Existen días en que despierto triste, no gusto de mi nombre, del nombre de mi familia, de mi aspecto físico. Me miro en el espejo y siempre veo una persona sin gracia y sin atractivos. No veo alegrías en mi. Lávame, Señor, de esas miserias, preciso más que nunca de esta gracia para vivir.
Frecuentemente, me siento aprehensivo(a), inseguro(a) cuando las personas me miran, ya me siento inferior como si ellas lo hiciesen solo para señalarme defectos.
Cuando alguien me elogia, no creo y coloco palabras en su boca, pensando que estan despreciándome, que el elogio es una broma, que yo ya sé quien soy, una persona fea, sin cualidades, acabo creando malestar con las personas que me aman y me elogian.
Cúrame, Señor, de este malestar en mi vida, de mi inferioridad y de mis rebeldías.
Cuando ando por la calle y alguien que conozco pasa y no me saluda, o no me mira, quedo con rabia y acabo rumiando todo el resentimiento. Pero, aún cuando me miren y me elogien, me siento mal comprendido(a). Soy consciente de que estoy caminando hacia el abismo de mis tristezas y rebeliones interiores, por eso preciso, Señor, de Tu sanación y liberación de este malestar, que tanto me aflige.
Señor, sé que no sirve de nada hablar con las personas sobre mi situación, pues la mayoría no entendería. Sé también que ellas no tienen culpa alguna, pues fui yo quien alimentó ese malestar, esas rebeliones, esos juicios, en vez de alimentar el amor y el perdón.
Dame hoy, Señor, la gracia de perdonarme y perdonar a quien me ayudó a alimentar ese mal. Entrego todo en tus manos, para que yo pueda volver a las amistades, a restablecer los vínculos destruidos, a revigorizar mi vida.
Necesito estar lleno de Tú Espíritu Santo, de Tus dones, para que cada día pueda manifestarlos en las personas que a mi se aproximan.
Ven, Espíritu Santo de Dios, llena el vacío de mi alma en el que habitaba la rebelión; coloca la compasión donde había tristeza, Tu alegría donde estaba mi inferioridad, Tu fortaleza donde estaba mi inseguridad.
Gracias, Señor por hacerme renacer en Tu Espíritu Santo, por ayudarme a ser una nueva persona llena de Tu Gracia y confianza y por permitirme manifestar Tu paz en este mundo, a cada uno de los que conozco.
Gracias, Señor, por escogerme en Tu misericordia. ¡Amén!
p. Vagner Baia
libro: Diversas oraciones de sanación y liberación
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