Se acercaron a él algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: "¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?".El respondió: "¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, los hizo varón y mujer;y que dijo: Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne?De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido".Le replicaron: "Entonces, ¿por qué Moisés prescribió entregar una declaración de divorcio cuando uno se separa?".El les dijo: "Moisés les permitió divorciarse de su mujer, debido a la dureza del corazón de ustedes, pero al principio no era así.Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio".Los discípulos le dijeron: "Si esta es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse".Y él les respondió: "No todos entienden este lenguaje, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido.En efecto, algunos no se casan, porque nacieron impotentes del seno de su madre; otros, porque fueron castrados por los hombres; y hay otros que decidieron no casarse a causa del Reino de los Cielos. ¡El que pueda entender, que entienda!".
RESONAR DE LA PALABRA
Queridos amigos:
Ezequiel desde su profetismo, denuncia las abominaciones cometidas por las instituciones nacidas para fomentar la vida y generadoras de muerte; que se arrogan la verdad y se identifican con la figura de Jerusalén, amada por Dios, pero que "siguen viviendo como brotes campestres", seguras de su belleza y amparadas en su fama, pero incapaces de alimentar la esperanza en el pueblo.
Ezequiel abandona la causa de los opresores y traslada a Babilonia lo que era válido en Jerusalén. Destruye el falso profeta que lleva dentro, el que se puede vender, y elabora una profecía en comunidad, en confrontación de pareceres. El profeta despierta la responsabilidad individual en el mal camino comunitario y propone que cada uno lea su responsabilidad a la hora de generar sufrimiento a los demás.
En la profecía de Ezequiel, el Espíritu aparece como la única posibilidad para dar vida a tanta muerte esparcida por las ambiciones humanas. El profeta hace una opción clara por la vida reconstruyendo al ser humano desde lo más terreno: nervios, carne, piel. La misión del profeta no es destruir la carnalidad del hombre sino elevarla, transformarla, vivificarla, hacerla Adán vivo (37,1-14).
El Espíritu y el ser humano logran lo imposible: Vivir creando y recreando la tierra prometida y las estructuras en la que se sustentó el pueblo: las tribus, la monarquía, el templo, Jerusalén, las leyes, el sacerdocio, las ciudades. Ezequiel supo cuál era la utopía, pero no encontró los medios.
Es Dios quien renueva su alianza para ser reconocido como el Señor. Su misericordia no abandonará al hombre.
Quien se hace eunuco por el Reino de los Cielos está dando un paso para poner un nuevo espíritu a los huesos y a la carne del mundo. "El que pueda con esto que lo haga".
CR
No hay comentarios:
Publicar un comentario