Ni todos los pecados de todos los hombres podrían compararse con la profundidad de la misericordia de Dios! La piedad de Dios nos salva, aunque no lo merezcamos.
Si vienen a ti las pruebas y las aflicciones, esas que en algún momento habrán de pasar y quedar en el olvido, no las enfrentes con una irreflexiva desesperanza. El tiempo trae el olvido y el olvido trae el consuelo en la sanación de cualquier mal. Todo es pasajero, todo cambia, tanto la felicidad como la infelicidad, la alegría y la tristeza, el placer y el dolor, la vida y la muerte. Lo único permanente e inmutable es la vida eterna y el infierno. No lo olvides jamás.
Aunque hayas pecado más que cualquier persona en el mundo, ¡no pierdas la esperanza! No hay pecado que pueda doblegar a la misericordia de Dios. ¡Ni todos los pecados de todos los hombres podrían compararse con la profundidad de la misericordia de Dios! La piedad de Dios nos salva, aunque no lo merezcamos.
fuente: Doxologia
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